1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

La larga huella del terror en el Sinaí

26 de noviembre de 2017

El ataque a los fieles de una mezquita en Egipto, este 25 de noviembre, es la escalada más brutal de la violencia, hasta la fecha. La historia de la barbarie es larga y tiene una dimensión religiosa, pero también social.

https://p.dw.com/p/2oHbc
Soldados y miembros de unidad antiterrorista del Ejército egipcio
Soldados y miembros de unidad antiterrorista del Ejército egipcioImagen: Getty Images/AFP/K. Desouki

Más de 300 muertos y 120 heridos, visitantes de un servicio religioso. Cuando los creyentes abandonaron la mezquita, los terroristas detonaron las bombas colocadas frente al templo y luego dispararon contra las personas que huían y las que corrían a socorrerlas. 

Aún nadie ha declarado ser el autor del atentado en Bir al-Abed, a unos 40 kilómetros al sur de la capital regional Al-Arisch. Sin embargo, el fiscal responsable de la investigación habría dicho que los atacantes portaban una bandera del yihadista "Estado Islámico" (IS).

La Fuerza Aérea Egipcia respondió con ataques aéreos y bombardeó presuntos escondites de los terroristas, destruyendo varios vehículos, dijo el portavoz de las fuerzas armadas egipcias, Tamer al-Refai, en Facebook.

Beduinos, "ciudadanos de segunda clase"

El Sinaí ha sido escenario de ataques yihadistas durante varios años. En 2014, 33 soldados murieron en un atentado suicida. "La causa principal de la violencia en el norte del Sinaí es sobre todo la situación económica y cultural de los beduinos que viven allí", dice el politólogo Asiem al-Difraoui. Su difícil situación preparó el terreno ideológico para el Estado Islámico.

"Los beduinos siempre han sido considerados ciudadanos de segunda clase que viven en condiciones económicas precarias y son insultados como delincuentes y contrabandistas", explica Difraoui a DW. "De la riqueza en el Sinaí, los pozos petroleros, por un lado y el turismo por el otro, no reciben nada".

Memoria de la ocupación israelí

El geógrafo social Günter Meyer, director del Centro para la Investigación sobre el mundo árabe en la Universidad de Mainz, ha investigado sobre la situación de los beduinos desde los años setenta. Y la situación ha empeorado desde el comienzo del levantamiento árabe en 2011.

Pero los problemas vienen de mucho antes. Durante la ocupación israelí, "los beduinos se beneficiaban no solo de los turistas israelíes, sino de las mejoras de la infraestructura, especialmente de la atención médica, así como del empleo ofrecido por la administración militar", agrega Meyer. Al mismo tiempo, ganaban dinero con el cultivo tolerado de drogas, que luego pasaban de contrabando a las urbes de Egipto.

Günter Meyer ve la causa de la ya extensa radicalización salafista sobre todo en los intentos fallidos de los beduinos para articular sus demandas por vía política, pero en El Cairo nunca han sido escuchados.

Las raíces del mal

En 2014, apenas un año después del despido del expresidente Mohammed Mursi, miembros de la Hermandad Musulmana, y algunos grupos beduinos se unieron a EI, del cual han recibido armas desde Libia. Desde entonces, según Meyer, la violencia se ha intensificado. "Las fuerzas armadas egipcias también han bombardeado asentamientos con aviones de combate y tanques de guerra, destruyendo cientos de casas para construir una zona de seguridad a lo largo de la frontera con la Franja de Gaza".

¿Cómo podría contrarrestarse la violencia terrorista en el Sinaí? Según Asiem al-Difraoui, "una respuesta puramente militar es contraproducente”. Egipto debe recuperar el camino del diálogo. "El gobierno de Al-Sisi necesita regresar a un curso más conciliador, yendo a las raíces de la enfermedad".

La alianza que ha sellado parte de los beduinos con el EI ha significado más violencia, no solo contra los coptos, los cristianos egipcios, sino contra los sufíes, considerados apóstatas de la interpretación radical del Islam sunita que defienden. Igualmente, los no beduinos han sido atacados. Esto sugeriría que el yihadismo allí no es solo una lucha ideológica sino social.

Kersten Knipp (jov/eal)