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La guerra llegó hasta Moscú

24 de octubre de 2002

Con el asesinato de la primera rehén quedó de manifiesto que el comando checheno está decidido a todas. Moscú se fortifica y busca salidas a la crisis.

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Una rehén puesta en libertad por el comando checheno.Imagen: AP

Para el presidente ruso, Vladimir Putin, este drama representa el mayor desafío a su autoridad desde que llegó al poder hace tres años. En sus primeras palabras tras el asalto al teatro de Moscú, Putin aseguró que las fuerzas de orden público tienen como "primer objetivo" la liberación de los centenares de rehenes, "garantizando su seguridad". Su comentario sobre que el asalto fue planeado en "centros terroristas extranjeros" es interpretado como alusión a la organización Al Qaida.

¿Pero cuáles son sus opciones? El presidente ruso sólo parece tener dos salidas. Una peor que la otra. Aceptar la exigencia de los guerrilleros y dar la orden de retirada del Ejército de la región separatista de Chechenia o afrontar y asumir la responsabilidad, en el caso que el comando checheno cumpliera su terrorífica amenaza de volar el teatro con todos los rehenes dentro.

Inseguridad

En una entrevista exclusiva concedida a DW-World, Klaus Walter Herberts, del Instituto para el estudio del conflictos y el manejo de crisis, con sede en Munich, explica el dilema de Putin. "La dificultad en las negociaciones estará en encontrar una solución que libere a los rehenes sin ceder a las exigencias de los secuestradores pero incluyendo la posibilidad que no pierdan la cara".

La tentación de querer liberar los rehenes mediante una operación armada significaría correr un alto riesgo, según Herberts, "Eso no es de aconsejar. La alta cifra de rehenes lo hace imposible y conduciría al caos absoluto".

Mientras tanto, la capital de Rusia ofrece el aspecto de una ciudad sitiada por el impenetrable cerco policial. Los chechenos, a su vez, fortificaron el teatro colocando explosivos y bidones de gasolina en columnas, asientos, paredes y sus propias cinturas.

Alemania preocupada

El canciller alemán, Gerhard Schröder, expresó su conmoción por el asalto y la toma de cientos de rehenes, entre los que hay varios alemanes, y calificó de "intolerable" toda amenaza del terrorismo contra la sociedad.

El Ministerio alemán de Exteriores estableció un gabinete de crisis para coordinar la información sobre el secuestro. En un principio el número de rehenes alemanes se había establecido en tres pero, según el testimonio de un rehén ruso, vía teléfono móvil desde el interior del teatro, podría subir a siete.