La estrella del gabinete alemán se niega a eclipsar

Con un combativo discurso pronunciado en un encuentro de Los Verdes, en Colonia, Joschka Fischer, arremetió contra las críticas de que ha sido blanco por lo que en Alemania se conoce como "el caso de las visas". El líder histórico del partido ecologista asumió básicamente la responsabilidad por dos errores: la emisión de dos decretos del Ministerio de Relaciones Exteriores durante su período que facilitaron el mal uso del instrumento de los seguros de viaje, y el no haber reaccionado en forma "suficientemente rápida, decidida y amplia" ante la situación, que a todas luces permitió el ingreso irregular de numerosas personas a Alemania.

El contexto electoral

"Ustedes no tienen nada de qué disculparse", afirmó Fischer, enfatizando que el partido no es responsable de los errores del Ministerio de Relaciones Exteriores. Tales palabras arrancaron aplausos no sólo entre sus correligionarios, sino también en las altas esferas de Berlín: el propio canciller, Gerhard Schröder, hizo saber a través de figuras de su entorno que estaba ampliamente satisfecho con la actitud asumida por la figura "estrella" de su gabinete.

El temor a que esa "estrella" pudiera correr peligro de eclipsarse se había vuelto evidente en los últimos días, a medida que arreciaban los reproches opositores. Las últimas encuestas revelaron que Fischer, durante años imbatible en el primer lugar de la escala de popularidad, había sido desplazado a segundo puesto. Y eso es grave, considerando que dentro de tres meses habrá elecciones en Renania del Norte Westfalia, el estado más poblado de Alemania, donde el gobierno regional de socialdemócratas y verdes corre el peligro de perder su mayoría.

Rápido esclarecimiento

Un Fischer abatido sería nefasto para la campaña, no sólo de los ecologistas, sino para el conjunto de la coalición, conformada por los mismos partidos que detentan el poder en Berlín. Por lo mismo, desde las filas oficialistas aumenta el clamor por un rápido esclarecimiento del caso de las visas, con la esperanza de que la tormenta no haga naufragar la campaña electoral.

Consciente de ello, el ministro de Relaciones Exteriores está dispuesto a dar la cara y asumir sus fallos. Pero también ha dejado en claro que lo ocurrido con las visas, principalmente en Ucrania, no es un escándalo de las proporciones que pretende conferirle la oposición conservadores. Fischer defiende su política de apertura al exterior con energía. No sólo su partido se lo agradece, sino también el canciller Schröder, que no puede darse en lujo de perder al más preciado de sus ministros.