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La encrucijada de Putin

25 de octubre de 2002

La toma de rehenes en Moscú mantiene en vilo al gobierno ruso, poniendo de manifiesto además el potencial explosivo del conflicto de Chechenia. La prensa europea comenta los diversos aspectos de esta crisis.

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Manifestantes protestan en Moscú contra la guerra de Chechenia.Imagen: AP

El periódico La Repubblica, de Roma, analiza el trasfondo del secuestro perpetrado por los rebeldes chechenos: "Hay múltiples puntos confusos que se esconden tras el drama de los rehenes: la ola de terror, que estalla ya en cualquier punto del mundo, y las conexiones entre fundamentalistas de diversas regiones, distantes entre sí... Pero el punto más claro y concreto es el fracaso de la campaña que emprendió Putin, hace tres años, en Chechenia. Tres años con devastadoras operaciones militares, colosales gastos, muerte, hambre y destrucción, que no dieron ningún resultado... Putin se esfuerza por vincular la masiva toma de rehenes en Moscú con la cadena de atentados cometidos por el terrorismo islámico en los meses pasados... Pero las relaciones entre Al Qaeda y los sectores fanáticos de la guerrilla chechena no bastan para hacer olvidar lo que ocurre en Chechenia".

Argumento equívoco

En Londres, The Guardian comenta igualmente que "es muy probable que existan contactos entre extremistas musulmanes de Chechenia y de la vecina Georgia, como afirman representantes gubernamentales de Estados Unidos y Rusia. Pero, en total, el argumento de Putin induce a confusión y es utilizado para acallar la crítica internacional a la opresión chechena por parte de Rusia. Al clasificar el caso de Chechenia como un asunto de terrorismo, Putin dificulta la búsqueda de una solución política. Y eso ha abierto ampliamente las puertas a extremistas violentos".

La tentación de la violencia

El rotativo francés Liberation, de París, advierte de las consecuencias que puede tener esta crisis: "Nada, absolutamente nada, puede justificar la toma de rehenes. Con probabilidad terminará en una masacre de decenas, sino cientos, de espectadores de un espectáculo musical. Lo que ocurre a pocos kilómetros del Kremlin es una bofetada para el presidente Putin. Desde el 11 de septiembre, disfrutó del apoyo casi irrestricto de estadounidenses y europeos. Ahora se sentirá tentado de recurrir a la violencia brutal, debido a su temperamento y sus raíces soviéticas, pero también con la esperanza de azuzar la hostilidad de los rusos hacia los chechenos".

Callejón sin salida

En Alemania, el matutino Süddeutsche Zeitung, de Munich, afirma que la guerra de Chechenia es, sin duda, la guerra de Putin y apunta que el golpe de los muyahedines va dirigido en su contra: "Tras el término del drama de los rehenes, seguramente el presidente actuará con más dureza que nunca en Chechenia. Pasará tiempo hasta que esté dispuesto a mostrar la más mínima voluntad de negociar. De otra forma, tendría motivos para temer que eso se interpretara como una capitulación ante el terrorismo. Y eso es lo pérfido del drama de los rehenes en Moscú: catapulta a rusos y chechenos, de una situación terrible, a una que prácticamente no tiene salida. Cuanto peor termine el drama, más sombrías serán las perspectivas para el futuro".

Cohesión frente al terrorismo

El diario Die Welt, de Berlín, hace hincapié en que no se puede ceder ante el terrorismo y opina: "Puede que los vínculos con Al Qaeda y Osama Bin Laden sean por ahora sólo una suposición. Pero el intento de fuerzas radicales, dirigidas desde la distancia, de aprovechar cualquier conflicto en los confines del Islam para convertirlo en una Yihad, no es un invento paranóico del Kremlin. El canciller alemán escribió a Putin que no se debe aceptar la amenaza del terrorismo a la sociedad. Tiene razón. Como pocas veces en la historia reciente, el estado se ve desafiado en su función elemental de proteger la vida de sus ciudadanos. Y eso sólo conseguirá si los países democráticos y aquellos en vías de serlo, enfrentan unidos al terrorismo y a aquellos estados que lo fomentan o toleran".