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La dudosa misión de China en el Cercano Oriente

Alexander Görlach.
Alexander Görlach
24 de octubre de 2023

Zhai Jun, enviado especial de China al Cercano Oriente, ha llegado de visita a la región. Sin embargo, no cabe esperar ningún impulso constructivo, opina Alexander Görlach.

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El diplomático chino Zhai Jun.
En misión para los gobernantes de Pekín: el enviado especial de China a Oriente Medio, Zhai Jun.Imagen: Julien Mattia/Le Pictorium/MAXPPP/picture alliance

Hasta ahora, Pekín solo se ha referido con una vaga retórica a la cuestión Israel-Hamás. Puede pretender ser neutral, pero es claramente una postura que apoya a la organización terrorista. Las declaraciones oficiales de Chinano han condenado el atroz ataque del 7 de octubre. Ni una palabra de pesar por la muerte de miles de personas. En lugar de condenar a los crueles autores, la dictadura de Pekín ha afirmado que ahora ambas partes deben, en definitiva, ponerse de acuerdo. Así se vela quién es el perpetrador y quién es la víctima.

¿Qué podría aportar el enviado especial chino para el Cercano Oriente, Zhai Jun, con esta errónea actitud? Hasta ahora, el aparato comunista sigue exigiendo obstinadamente que se aplique lasolución de los dos Estados prevista en los acuerdos de Oslo de la década de 1990. Pero, desgraciadamente, no ha habido ningún impulso en esta dirección desde hace años. En vez de proponer algo nuevo, los gobernantes de Pekín dan palos de ciego. Se les ha criticado con razón por el lenguaje frío y burocrático con el que han reaccionado a los ataques.

Pekín quiere influencia y materias primas

El gobernante chino, Xi Jinping, quiere desempeñar el papel de actor neutral en Oriente Medio que puede poner fin al conflicto. Pero todo esto es solo para aparentar. Es cierto que China siempre ha estado más cerca de los palestinos que de Israel debido a la proximidad ideológica entre Yasser Arafat, fundador de la Organización para la Liberación de Palestina, y Mao Zedong, fundador de la República Popular comunista. Sin embargo, Pekín reconoció finalmente el Estado de Israel en 1992 y desde entonces se ha acercado cada vez más al país, principalmente porque China está interesado en la tecnología procedente de Israel.

Alexander Görlach, columnista de DW.
Alexander Görlach, columnista de DW.Imagen: privat

En los últimos años, el dictador chino ha dejado claro qué tipo de orden mundial pretende construir. Quiere ganar más influencia en el Cercano Oriente y Oriente Medio para beneficiarse de las materias primas de la región. En primavera, Irán y Arabia Saudita volvieron a acercarse un poco más gracias a la mediación china.

No se trata únicamente de luchar contra Estados Unidos, que también es el archienemigo de Teherán. Pekín quiere más bien forjar alianzas que torpedeen activamente el papel protector de EE. UU. sobre los países que temen el agresivo poder militar de Xi. No en vano, el principal diplomático chino, Wang Yi, y el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, en una reunión en Pekín, pintaron a EE. UU. como el verdadero causante del conflicto en Oriente Medio.

Alianza de las no democracias

Es probable que la misión de Zhai Jun sirva para acordar una estrategia con las no democracias de la región para debilitar a Estados Unidos. Sin embargo, para que esto ocurra, en realidad el conflicto tendría que caldearse aún más y no enfriarse. Pues solo si el gobierno de Teherán sigue suministrando armas a Hezbolá y Hamás e Israel es bombardeado también desde el Líbano, Estados Unidos tendría que intervenir.

La alianza con los musulmanes extremistas solo puede verse como una triste ironía de la historia. Pekín persigue a los uigures musulmanes de Xinjiang y comete un genocidio cultural contra ellos. El hecho de que decenas de minorías étnicas del imperio de Xi estén cada vez más marginadas podría desembocar tarde o temprano en un Estado de apartheid, una acusación a la que Israel, a su vez, se enfrenta desde algunos sectores.

Hasta ahora no se sabe si Zhai Jun también buscará mantener conversaciones en Israel durante su viaje al Cercano Oriente. En el caso de la invasión rusa de Ucrania, Pekín esperó 14 meses antes de hacer una primera llamada a Kiev. Si el comportamiento de Pekín allí debe entenderse como un modelo para abordar la guerra en el Cercano Oriente, entonces no cabe esperar mucho del viaje de Zhai.

Alexander Görlach es Senior Fellow del Carnegie Council for Ethics in International Affairs e investigador asociado del Internet Institute de la Universidad de Oxford. 

(gg/ers)