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La crisis no quedará sepultada con Kelly

ers6 de agosto de 2003

El caso Kelly sigue agitando los ánimos en Gran Bretaña, tanto más en el día del entierro del microbiólogo, fuente principal de las denuncias sobre manipulación gubernamental de los datos acerca de las armas iraquíes.

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Londres sigue sumido en la niebla de las sospechas.Imagen: AP

El contraste no puede ser mayor. Mientras el primer ministro británico disfruta de sus vacaciones en Barbados, en la localidad de Longworth, en el condado de Oxfordshire, fue sepultado David Kelly, el experto en armas que presuntamente desencadenó la peor crisis del gobierno de Tony Blair. El microbiólogo se lleva a la tumba lo que realmente sabía del manejo que las autoridades hicieron de la información de inteligencia sobre los arsenales de Saddam Hussein, para justificar la guerra contra Irak. Pero la crisis no desaparecerá bajo su lápida.

El factor emocional

Por el contrario. Las emociones siguen a flor de piel entre los usualmente flemáticos británicos. Y volvieron llegar a un punto álgido esta semana, cuando un portavoz del primer ministro, irónicamente apellidado también Kelly, comparó al fallecido experto con un personaje literario caracterizado por fantasear para darse importancia. Las disculpas gubernamentales posteriores no logran borrar la impresión de que se trató de un intento de desacreditar al científico, quien presuntamente no soportó las presiones, optando por el suicidio.

"Cómo se puede caer tan bajo", titulaba ayer el diario conservador Daily Mail, mientras en el sector de la prensa de izquierda el Daily Mirror hablaba de una "campaña deplorable". La muerte de Kelly indudablemente confirió una nueva dimensión moral a la crisis desatada en torno a la invasión de Irak. Glenda Jackson, parlamentaria laborista, presó así la indignación por la actitud de su propio gobierno: "La capacidad del Nr. 10 (de Downing Street, residencia oficial del primer ministro) de causarnos repugnancia parece no tener límites. Un hombre ha perdido su vida y su familia a un esposo y padre, y al parecer ahora se quiere arruinar su imagen."

Efectos políticos

La tragedia de David Kelly se ha convertido en un catalizador de la polémica política que viene agitando a los británicos desde hace meses. La investigación sobre las circunstancias de su muerte no puede desligarse del contexto, y así lo ha entendido también Lord Bryan Hutton, el juez encargado de develar lo que realmente ocurrió. Lo que está en juego no es sólo una estrategia de política exterior, sino la credibilidad de un aparato gubernamental bajo sospecha de haber manipulado a la opinión pública.

Así lo interpreta también, por lo visto, la ciudadanía. De acuerdo con una encuesta que publica The Times, un 52% de los británicos tiene poca o nula confianza en su primer ministro. No es de extrañar que ello afecte también a su partido laborista, que cayó a un 34% en las intenciones de voto, el nivel más bajo desde hace 16 años. Pero también los conservadores pierden popularidad, en la misma medida que sus adversarios. En cambio, los liberaldemócratas han mejorado sus resultados en 4 puntos, situándose en un 25%. No es casual que se trate de un partido que mantuvo una clara postura contra la guerra.