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La cicatriz de Solingen

29 de mayo de 2003

La sociedad alemana recuerda el ataque incendiario en la ciudad de Solingen, que hace diez años mató a cinco mujeres y niñas turcas. El crimen cometido por jóvenes ultraderechistas fue el peor de la postguerra.

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Símbolo de violencia racista.Imagen: AP

Durante la madrugada del 30 de mayo de 1993, la casa de la familia Genc, de origen turco prendió en llamas por completo. El edificio ubicado en la calle Unteren Wernerstrasse 81, en el centro de la ciudad, quedó convertido en escombros. Una de las víctimas murió al saltar desde el piso superior, tratando de escapar de las llamas. Las otras murieron por asfixia, sus cuerpos fueron hallados calcinados.

Ocho personas más sufrieron quemaduras de gravedad. Cuatro jóvenes de entre 18 y 25 años de edad fueron los autores del incendio intencional. Desde entonces el nombre de Solingen se convirtió en sinónimo de hostilidad contra extranjeros y violencia racista.

La cara más horrible de la inmigración

El incidente sumió a la sociedad alemana en el desconcierto y la vergüenza, sin saber que medidas adoptar para poner freno a los crímenes xenófobos que parecían ir en aumento. Desde la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, Alemania, como el resto de Europa se convirtió en receptora de una inmigración masiva. Un promedio de 200.000 refugiados e inmigrantes entraban al país cada año. La mayoría tenían que depender de la seguridad social, lo que aunado al desempleo existente, que iba también en aumento, provocó un recrudecimiento del racismo y la xenofobia.

De los 7,3 millones de extranjeros que residen en Alemania, la mayoría son de nacionalidad turca. Muchos no se han integrado plenamente a la sociedad alemana, ni siquiera hablan alemán, lo que los hace particularmente vulnerables a los ataques xenófobos.

La meca del acero inoxidable

En la ciudad de Solingen, el número de tiendas, agencias de viajes y restaurantes turcos, dan una idea de la fuerte comunidad turca que aquí reside. De los 170.000 habitantes, uno de cada cinco es turco y muchos de ellos pertenecen ya a la tercera generación. La mayoría llegó a trabajar en las famosas fábricas de utensilios de cocina de acero inoxidable. Aquí se encuentra la Meca de la industria. Los cuchillos de Solingen, cuya tradición que se remonta al siglo XIV, son reconocidos mundialmente por su alta calidad.

"Hay muchos aquí, que preferirían no tener que recordar el atentado", dice una taxista, mientras pasa con su automóvil por el lugar donde se encontraba la casa de la familia Genc. Sin embargo tras el trágico incidente surgió un movimiento civil en la ciudad en el oeste de Alemania, que declaró la guerra al racismo y a la hostilidad contra extranjeros. Escuelas, Asociaciones e iniciativas civiles fueron precursores de una gran movilización contra el odio a los extranjeros. "Recibimos muchas muestras de solidaridad y de afecto", afirma Mevlüde Genc. La mujer de 60 años perdió a dos hijas, dos nietas y una sobrina. En octubre de 1995 los cuatro jóvenes provenientes de Solingen, supuestos autores del incendio, fueron declarados culpables y sentenciados a largas condenas de prisión.

Una mejor integración

La ciudad recordó el triste aniversario con una manifestación contra el racismo en el lugar del atentado. El presidente alemán, Johannes Rau, exhortó a superar el odio y la violencia. "Se forma una cadena que comienza con la hostilidad a lo extraño, que está alimentado por el miedo y que termina en violencia. Tenemos que romper esta cadena", dijo Rau al tiempo que advirtió que uno de los problemas de la inmigración es la integración. "Quien se quede a vivir entre nosotros tiene que aprender el idioma, para enriquecernos mutuamente con la convivencia de culturas".