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Kinski, o la ira de Dios

ers23 de mayo de 2002

Irreverente, transgresor, inconformista, ególatra, genial... todos calificativos prodigados a Klaus Kinski, el “enfant terrible” del cine alemán. A más de 10 años de su muerte, su figura vuelve a estar en primer plano.

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Klaus Kinski en una escena de la película "Cobra Verde", dirigida por Werner Herzog.Imagen: AP

La expresividad desmesurada de sus ojos sigue causando impacto. Como si las imágenes vivieran. Como si quisieran remecer a quien las contempla en una de las múltiples exposiciones que este año se han dedicado en Alemania a Klaus Kinski.

Actualmente hay dos en cartelera: "Yo, Kinski", en el museo cinematográfico de Potsdam (del 5 de mayo al 9 de septiembre), y "Klaus Kinski - Yo soy como soy" (del 25 de abril al 9 de junio), en Berlín.

La primera expone numerosas fotografías, documentos y objetos personales del artista, entre ellos también bocetos de escenografías para obras de teatro, de comienzos de los años 50, fruto de su irrefrenable creatividad. Incluso hay cartas llenas de ternura, dirigidas a su hijo, y animalitos de juguete, que dan testimonio de las múltiples facetas de esa personalidad que remeció el ámbito cultural alemán, polarizando hasta el exceso.

Entre las curiosidades de la muestra se cuentan también el atuendo que vistió encarnando al desgarrado vampiro de "Nosferatu", o la reconstrucción del traje utilizado en Cobra Verde.

Más allá de los escándalos

La segunda de las muestras ofrece igualmente documentos y afiches, fotografías nunca antes exhibidas y grabaciones de sonido e imagen. Los organizadores destacan que no se trata de descubrir aquí al Kinski de los escándalos superficiales, sino al talentoso actor y sensible artista. Un artista que no trazó fronteras entre su vida personal y su profesión.

Aparte de sendas exposiciones, el público alemán ha podido ver en contadas salas de cine-arte una película de 1962, durante muchos años olvidada: "El delirio rojo". Kinski, en su primer papel protagónico en la pantalla, encarna a un asesino sicópata, que escapa de un hospital psiquiátrico. Ya en esa cinta se percibe la expresividad que luego haría explosión en sus "grandes películas", como "Fitzcarraldo", "Aguirre, o la Ira de Dios" o "Paganini".

No ha sido necesario recurrir a un aniversario especial para recordar su figura. Según la curadora del Museo Cinematográfico de Düsseldorf, Heidi Draheim, "en esta época de conformismo, el inconformista Kinski está en boga". Un hombre que vivió sin medir las consecuencias y sin temor a provocar la indignación de la gente, o la "ira de Dios".