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Jaque mate de Deep Fritz

Emilia Rojas S.5 de diciembre de 2006

Diez días duró el desigual duelo entre la inteligencia humana y la virtual, en el campo de batalla de un tablero de ajedrez. El campeón mundial, Vladimir Kramnik, no pudo con su adversario cibernético en Bonn.

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Figuras de ajedrez en un cuadrilátero.
Kramnik perdió el duelo entre el hombre y la computadora.Imagen: DW/Broszies

Pese a su historial de triunfos, que le han llevado a defender con éxito el título de campeón mundial de ajedrez que le arrebató en 2002 al inolvidable Garry Kasparow, Vladimir Kramnik sabía que no llegaba a este campeonato con las apuestas a su favor. "Creo que ya ningún ser humano es favorito. En algún momento, el computador simplemente superará al ser humano", comentó el maestro ruso, de 31 años de edad, al inicio del World Chess Challenge 2006, disputado en Bonn.

Campeón hamburgués

Y ese momento, por lo visto, ha llegado, al menos en lo que a este juego se refiere. De las seis partidas, Kramnik no pudo ganar ninguna. En cuatro ocasiones, la disputa terminó en empate. En las dos restantes, el triunfo fue para Deep Fritz, el más exitoso programa de ajedrez de la actualidad, desarrollado especialmente para este torneo por la empresa Chessbase, de Hamburgo.

No es que el campeón ruso no pusiera el empeño necesario. De hecho, se pasó dos semanas entrenando en Sarrebruck para este campeonato, en que no sólo estaba en juego la posibilidad de duplicar con un triunfo el honorario base de 500.000 dólares, sino el honor de la especia humana. Tampoco carecía de confianza en sí mismo. Después de todo, cuatro años atrás había logrado un empate de 4:4 contra su contrincante virtual, en Bahrein.

Errare humanum est

Miniatura de un juego de ajedrez en la Edad Media.
¡Qué tiempos aquellos en que sólo se jugaba entre humanos!Imagen: Universitätsbibliothek Heidelberg

Pero, desde entonces, Deep Fritz ha evolucionado. Respaldado por cuatro procesadores, está en condiciones de calcular hasta 10 millones de movidas por segundo. Su actual versión fue alimentada, además, por numerosas variantes de juego de los mejores ajedrecistas del mundo. Poco pudo hacer ante eso Kramnik, con sus cerca de cien mil millones de células grises y más de 100 billones de sinapsis.

Ciertamente, el campeón humano dio la pelea con honor y, en la mayor parte del torneo, estuvo a la altura de las circunstancias, como lo demuestran los cuatro empates. Pero la primera derrota de Kramnik, en la segunda partida del torneo, puso en evidencia en qué radica la ventaja fundamental del programa computacional: Deep Fritz no jugó mejor, sino que un error del ruso le significó la derrota. Y, ya lo decía el dicho, errare humanum est. Como también lo es improvisar, fantasear, amar y tantas otras cosas en las que ninguna computadora podrá superar a los seres de carne, hueso y corazón.