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Más de 300 personas perdieron la vida en el terremoto que sacudió L'Aquila. 10.000 perdieron sus hogares. El entonces primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, inauguró en medio de una gran campaña mediática edificios destinados a alojar a los evacuados. Hoy, estas viviendas están practicamente en ruinas y han sido abandonadas, en su mayoría, por las víctimas del sismo. Lo que sí ha florecido en este tiempo es la corrupción. Varios políticos locales han sido detenidos y se han abierto diligencias contra otros tantos. Incluso la mafia parece estar implicada.