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Irak sigue penando en Londres

25 de junio de 2003

La noticia de la muerte de seis soldados británicos en el sur de Irak estremeció al gobierno británico que, pese a las crecientes críticas, se resiste a modificar su política y no descarta enviar más tropas a ese país.

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Putin con la guardia de honor del castillo de Edinburgo, en Escocia.Imagen: AP

Mientras la alfombra roja se despliega para recibir con toda pompa al primer jefe de estado ruso que realiza una visita de estado a Gran Bretaña desde que lo hiciera el zar Alejandro II, el gobierno de Tony Blair sigue confrontado con las verdades amargas de la intervención militar en Irak.

Preguntas desagradables

Hasta el momento, no ha habido bochornos que ensombrecieran las actividades del gobernante moscovita. Por el contrario: todo ha sido cordialidad y buenos modales, como corresponde por ejemplo durante un encuentro con la reina. Habrá que ver si la atmósfera, tan protocolar, se mantiene durante la conversación política que sostendrá mañana con el primer ministro británico. Si bien todo indica que ambos están interesados en dejar atrás sus serias discrepancias en torno a la guerra contra Irak, no se puede garantizar que Putin resista la tentación de preguntar por los supuestos arsenales de exterminio masivo de Saddam Hussein, que siguen sin aparecer. Pero en realidad no tendría por qué aludir a un asunto tan desagradable para el anfitrión. Sobre todo porque ya hay quienes se encargan de plantear tales incómodas interrogantes en Londres, sin mayores miramientos.

Sin ir más lejos, una comisión investigadora del parlamento interrogó hoy al portavoz de Blair, Alastair Campbell. El objetivo es aclarar si el gobierno engañó a la población en la etapa previa a la guerra con declaraciones y documentaciones equívocas. Las explicaciones del portavoz sonaron un poco débiles. Campbell admitió ante los legisladores que había sido un error publicar el segundo dossier sobre Irak que, según se descubrió luego, había sido copiado en parte del trabajo de un estudiante. Junto con lamentar el hecho, insistió sin embargo en que el otro dossier había sido muy bueno.

¿Refuerzos para Irak?

Sea como fuere, éste no es el único dolor de cabeza que la operación bélica contra el régimen de Sadam Husein provoca todavía en Downing Street. La muerte de otros seis soldados británicos, a manos de exaltados iraquíes, constituye por lo menos otro motivo de honda preocupación, ya que demuestra cuánto distan las tropas ocupantes de haber restablecido el orden y la seguridad. Mientras se multiplican en Gran Bretaña las voces que piden elaborar una estrategia para la retirada de Irak, Tony Blair se aferra a la política seguida hasta ahora. No sólo no piensa en hacer regresar a sus soldados, sino que no descarta enviar refuerzos a la región.

Hasta ahora, Blair ha podido sortear la tormenta política interna, pero la discusión sobre los arsenales fantasmas y las dudas sobre la honestidad de su gobierno en el manejo de la correspondiente información, debilitan sin duda su posición. Cuando se reúna mañana con Putin, no será pues para echarle en cara ningún entredicho del pasado, sino con la voluntad de dar vuelta la página. Probablemente tenga más suerte en tal propósito con el presidente ruso que con los políticos de su propio país.