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Irán, conminado a revelar su programa nuclear

18 de septiembre de 2004

La AIEA instó a Irán a desistir de enriquecer uranio. Según el ministro alemán de Relaciones Exteriores, se logró así enviar a Teherán un mensaje de cohesión y subrayar la inquietud mundial por el programa nuclear iraní.

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Foto satelital de la planta nuclear iraní de Bushehr.Imagen: AP

Las arduas negociaciones arrojaron finalmente resultado en Viena: los 35 países de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) aprobaron finalmente una resolución, que da plazo a Irán hasta el 25 de noviembre para suspender todas las actividades conducentes al enriquecimiento de uranio y dejar de entorpecer la investigación sobre su programa nuclear. Ello implica que Teherán deberá permitir el acceso de los inspectores de la organización dependiente de la ONU a fábricas y laboratorios, a su personal y a las informaciones correspondientes.

Ultimátum tácito

La resolución, producto de un acuerdo alcanzado por países europeos como Alemania, Francia y Gran Bretaña con Estados Unidos, no presenta en rigor un ultimátum, como el que quería plantear inicialmente Washington. Pero, en el fondo, puede interpretarse como tal porque, de no cumplir las exigencias, Teherán se arriesga a que efectivamente el asunto sea llevado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para que éste aplique sanciones.

De hecho, la delegación estadounidense se mostró plenamente satisfecha con la resolución. “Irán sigue estando plenamente aislado en sus intentos de construir armas nucleares, y la resolución lo deja en claro”, se indicó en una declaración del subsecretario de Relaciones Exteriores. Teherán, por su parte ha venido negando sistemática y categóricamente las acusaciones de que aspire a construir bombas atómicas y asevera que el enriquecimiento de uranio está destinado sólo a la generación de energía. Y ese, efectivamente, es un derecho que la AIEA no niega a ningún país.

La base del consenso

Lo esencial, en este caso, es lograr determinar con certeza cuál es el objetivo real del programa atómico iraní. Y, para comprobar que el uranio enriquecido sólo está previsto para la generación de electricidad, es indispensable que lo expertos internacionales puedan inspeccionar las plantas y proyectos nucleares del país.

Esa es la base del consenso alcanzado en Viena. Un consenso difícil de lograr, quizá en parte porque la retórica estadounidense hace levantar la guardia, cuando da por hecho las acusaciones que, en definitiva, se pretende verificar. Nadie ha olvidado en qué terminó el asunto cuando el tema de discusión eran las supuestas armas atómicas iraquíes, que finalmente nadie logró encontrar.