Iglesias en venta

La tan mentada crisis económica alemana se hace sentir también en asuntos celestiales. La Iglesia Evangélica, por ejemplo, espera este año una reducción de entre el 8 y el 10% de sus ingresos por concepto de impuestos, mismos que recauda el fisco alemán para las dos principales Iglesias del país: la Evangélica y la Católica. Más de cuatro millones de feligreses las han abandonado oficialmente en los últimos diez años, y con ellos han emigrado también sus impuestos. Tanto es así, que este año los ingresos de muchas parroquias se han visto reducidos a la mitad.

Dispuestos al cambio

Si bien no es fácil ajustarse a los nuevos tiempos -menos aún si se tiene en cuenta que, por ejemplo, la Curia alemana siempre fue una de las más ricas del mundo-, buena parte de la comunidad creyente está dispuesta "a reaccionar constructivamente", así lo anunció Thomas Begrich, director de financiero de la Iglesia Evangélica. También al iniciar hoy su gira por Alemania, el secretario general del Consejo Ecuménico de Iglesias, Samuel Kobia, subrayó sus esperanzas de que las Iglesias de los vecinos europeos suplan los fondos que la Iglesia alemana no pondrá a su disposición, anunciado a la vez que el Consejo prevé ya nuevas fuentes de ingresos. Una de ellas: la venta de iglesias. El pensamiento económico se impone.

Las obligaciones de los bienes terrenales

Los bienes inmobiliarios se han convertido en un verdadero infierno: los costos de mantenimiento, las reparaciones, el personal de servicio. Muchas iglesias están cerradas, por falta de dinero y por falta de uso. En Fráncfort del Meno, por ejemplo, el total de las iglesias evangélicas ofrece cabida para 400.000 creyentes. Sin embargo cuentan sólo con 145.000 feligreses. "La mitad de los edificios tiene que ser vendida", resume drásticamente la presidenta del Parlamento Eclesiástico de Francfórt, Esther Gebhard.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Si hasta ahora habían sido casos aislados, la situación hace imperativo que la venta de los inmuebles sea una regla. Según los últimos cálculos, una de cada tres iglesias debe ser vendida. Poner la idea en práctica, sin embargo, no es tan fácil, ni siquiera realista. Empezando porque no son pocos los inmuebles que están bajo protección por ser patrimonio cultural, y siguiendo con que su uso debe ser "restringido". Impensable sería que un casino, una discoteca o cualquier otra empresa de "dudosa moral" ocupase las habitaciones otrora destinadas a lo celestial. Si bien los católicos son al respecto más estrictos, los evangélicos también tienen muy presente no herir demasiado la sensibilidad de su grey.

La opinión del usuario

En tiempos difíciles, la Iglesia debe desembarazarse de sus edificios. Ésta es la opinión de uno de cada tres participantes en una encuesta que, por internet, hace la curia de Baden-Württemberg. Un diez por ciento opina que no necesita lugares especiales para practicar su fe, pero más de la mitad está en contra de su venta. Los últimos aducen que la Iglesia tiene una tarea cultural que cumplir y que la existencia y conservación de los lugares sacros fomenta la fe.

Propuestas constructivas

Cuando una Caja de Ahorro cambió el altar por un cajero automático, y el confesionario por mostradores, reinó el consenso: ni mucho que queme al santo ni poco que no lo alumbre. Así en todo caso, no. Algunas propuestas hablan de que el Estado tiene que financiar esos inmuebles. Otros, le tiran la pelota al feligrés que abandonó el redil. Los más conciliatorios hablan de vender sólo las casas parroquiales, adecuando las iglesias para múltiples funciones. Como fuere, el hecho es que hay muchas y habrá más iglesias en venta.