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Huida, refugio y una película

26 de enero de 2013

El transporte de niños, Shangai, Theresienstadt…Ethan Bensinger quiere narrar en su película las historias personales que hay detrás de estas palabras. La huida de su propia familia le ha inspirado.

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Imagen: Ray Whitehouse

Ethan Bensinger mira socarronamente a través de sus gafas sin montura y saluda con una sonrisa a los residentes del “Hogar Selfhelp”. La mayoría de ellos lo conocen personalmente. Vestido con una camiseta negra bajo chaqueta marrón y verde y peinado cuidadosamente, tiene aspecto de ser un congresista del lugar. Pero poco tiene él que ver con las apasionadas discusiones que actualmente se mantienen en Chicago sobre escuelas públicas y el precio de la electricidad. Este abogado y experto en asuntos de inmigración ocupa actualmente su tiempo como realizador de documentales.

Edith Stern es una de las testigos que ha entrevistado para su película “Refugio: Historias del Hogar Selfhelp”. Tiene 91 años de edad, nació en Viena y fue la única de su familia que sobrevivió a la deportación a Theresienstadt y después a Auschwitz. Stern ha compartido sus recuerdos con Bensiger. “Sus declaraciones son emocionantes y conmovedoras”, dice el director.

Una red de auto ayuda

Ethan Bensinger vor dem Selfhelp Home in Chicago
Ethan Bensinger en conversación con Edith Stern.Imagen: Ray Whitehouse

Este documental narra las historias de judíos centroeuropeos que huyeron del viejo continente durante el Holocausto y acabaron en Chicago. Todos ellos viven en el “Hogar Selfhelp”, una residencia de ancianos en un barrio tranquilo al norte de la zona centro de Chicago. Un grupo de judíos alemanes la fundó a finales de la década de 1930 con el fin de ayudar a judíos fugitivos, como ellos mismos. Reunierondonaciones, impartieron clases de inglés y les ayudaron a conseguir trabajo.

Con el curso de las décadas, el edificio acabó convirtiéndose en residencia de ancianos para supervivientes del Holocausto. Desde su fundación hace más de 70 años, han vivido aquí más de 1000 judíos procedentes de Alemania, Austria y Chequia. La propia abuela de Bensinger encontró allí su casa y su madre trabajó en ella como terapeuta honorífica.

“Contar mejor la historia de los judíos alemanes”

“Aunque yo ya había oído muchas cosas sobre el Holocausto en casa, he aprendido muchas más gracias a estas visitas”, recuerda Bensinger. “Me di cuenta de que la historia de este grupo de judíos no había sido contada tan en detalle en Estados Unidos como, por ejemplo, la de los judíos del este de Europa”. La película “La lista de Schindler” o los libros de Primo Levi coparon mucha atención: “En mi opinión no hay nada comparable sobre los judíos alemanes, quizá con la excepción del “Diario de Anna Frank”.

Bensinger comenzó hace cinco años a grabar con una sencilla videocámara sus conversaciones con los residentes del Hogar. Durante un año reunió entrevistas y creó un “Archivo de recuerdos” para la institución: “Tuve claro rápidamente que con estos DVD de entrevistas no llegaría al gran público”.

Desde entonces se propuso un objetivo: producir un documental que pudiera mostrarse en las escuelas y en la televisión. Bensinger, que antes dirigía un despacho de abogados, nunca antes había hecho una película. No estaba seguro de cuánto esfuerzo y dinero iba a costar. Sin embargo, contrató un editor, un productor y un compositor. Consiguió algún dinero de la comunidad judía, pero finalmente acabó financiándolo casi todo de su propio bolsillo, un cuarto de millón de dólares.

Alemania, Palestina y Estados Unidos

Contar la historia de los judíos alemanes refugiados es contar la historia de su propia familia. Sus padres abandonaron su Alemania natal en 1934. El padre era de Fráncfort y la madre de Berlín. Se conocieron en un barco camino a Palestina y se casaron un año después en Tel Aviv. En Palestina regentaron un exitoso negocio textil, que hizo del comercio con los países árabes vecinos su principal negocio.

Familie Bensinger
Pasaporte palestino de Rachel Bensinger, la madre de Ethan, emitido en 1939 en Palestina.Imagen: Privat

En 1938 vino al mundo su primer hijo, Gad. En 1949 nació Ethan. Se fundó el Estado de Israel y a los inmigrantes de origen alemán se los denominaba “jeckes”, porque les gustaba vestir chaquetas de traje. Mucho en su familia seguía siendo alemán: “Mi lengua materna es el alemán. Hebreo hablaba solo con mis amigos en la calle”, recuerda Bensinger. Los padres continuaban vistiéndose como si estuvieran en Alemania. A pesar del calor abrasador, su padre, Ernst, llevaba siempre puesta una chaqueta, era un auténtico “jecke”.

La empresa de los Bensinger comenzó a atravesar dificultades económicas. Tras la fundación del Estado de Israel y las guerras subsiguientes, el comercio con los vecinos países árabes se hizo imposible. El padre decidió en 1954 que la familia emigrara a los Estados Unidos. “Recuerdo lo duro que fue trasladarme de mi casa con jardín en Tel Aviv a un oscuro apartamento en Nueva York. Lloré todo el tiempo”, rememora Bensinger.

Radio Grundig, vajilla Rosenthal

La familia vivía en Washington Heights, un barrio de Nueva York que se había ganado el apelativo de “Fráncfort del Hudson”, ya que allí vivían unos 20.000 judíos alemanes. Cuando llegaron sus enseres de Israel, el apartamento comenzó a parecerse a las antiguas viviendas en Fráncfort y Berlín. “Teníamos incluso una radio Grundig y una vajilla Rosenthal”, dice Bensinger.

En 1962, el padre, que hasta entonces había intentado sin éxito sacar adelante su negocio en Nueva York, recibió una oferta de trabajo de una empresa de regalos mayorista en Chicago. La familia vuelve a mudarse. Ernst muere seis años más tarde con solo 60 años. Ethan tiene entonces 19 y pronto debe comenzar a ganarse la vida. Acude a la escuela secundaria y obtiene su diploma en Derecho en el Illinois Institute of Technology. En el curso de su carrera se especializa, no por casualidad, en asuntos de inmigración. Su conocimiento del idioma alemán le vino muy bien, ya que trabajó para grandes empresas alemanas como Siemes y T-Mobile. Fundó su propia firma de abogados en 1978. Tras 25 años dirigiendo un equipo de 50 trabajadores, se retiró en el año 2003.

Familie Bensinger
Rachel y Ernst Bensinger en Washington Heights, en 1958.Imagen: Privat

¿Qué es ser alemán?

Ethan Bensinger tiene actualmente una relación ambivalente con Alemania. “Hasta cierto punto, me siento judío-alemán. Eso no implica que me sienta conectado con el país como tal. Disfruto de todo aquello de cultura alemana que hay en mí, como el idioma y las costumbres. Pero ¿tengo ganas de visitar el país como turista sencillamente para pasar allí un tiempo? ¿Al margen de la historia de mi familia? Debo decir que no. Yo mismo no me explico esta contradicción”. A pesar de ello, Ethan Bensinger ha viajado varias veces a Alemania con sus dos hijas, Jenniger y Karen, de 31 y 34 años. Ambas cuentan que, aunque han crecido rodeadas de cultura alemana, por ejemplo la comida y el “buenas noches” en alemán, no se sienten judeo-alemanas. “Creo que es un proceso natural”, explica Jennifer. “Si nosotras nos fuéramos a otro país, nuestros nietos no dirán que son americanos”. Su hermana añade que le parece importante viajar a Alemania: “Cuando tenía 16 años, fuimos con mi abuelo materno a Maguncia, donde vivió antes del Holocausto. Eso me impresionó muchísimo. Me parece importante ver cómo es la gente hoy día en Alemania para poder superar prejuicios”.

DDD

Ethan Bensinger vor dem Selfhelp Home in Chicago
Ethan Bensinger con sus hijas Jennifer (izquierda) y Karen (derecha), y su madre Rachel.Imagen: Ray Whitehouse

El Hogar Selfhelp es para estas dos jóvenes como una segunda casa. Ya siendo pequeñas visitaban aquí a su bisabuela. La abuela Rachel, de 100 años de edad, reside ahora en el Hogar que tan bien conoce gracias a los años que pasó allí como ayudante voluntaria. La familia suele acudir los viernes por la tarde para celebrar juntos el Sabbat.

Ethan Bensinger ha trabajado cinco años en su documental, que ahora muestra en las escuelas y sinagogas de Chicago. Festivales de cine estadounidenses y europeos programan la película. La emitirá incluso PBS, el canal público del país. Se trata de un gran éxito para una pequeña producción, que el propio Bensinger ha financiado casi en su totalidad.

“En alemán existe el dicho de “Wenn schon, denn schon” (De hacer, hacerlo bien)”, sonríe Bensinger. “Podría haber hecho un documental de aficionado con una videocámara casera, pero no era eso lo que quería. Deseaba hacer una película de primera categoría para que el espectador conociera la conmovedora historia de estos amigos”.

Antes de acudir a los próximos festivales de cine en Florida y Londres, Bensinger viajará diez días a Israel. También tiene pendiente ir con sus hijas a Fráncfort, la ciudad de su padre. Este hombre de nacionalidad americana, israelí y alemana desea conocer tanto como sea posible la historia de los Bensinger, que comenzó en Bodersweier, junto a Baden-Baden, y continuó en muchos otros puntos del mundo.

Autor: Jan Bruck/MS
Editora: Claudia Herrera