“Huellas sonoras: cien años de Festival de Opera en discos” en Bayreuth
10 de agosto de 2004La casa-museo de Richard Wagner evoca la historia de la discografía en una exposición que recoge un siglo de grabaciones en Bayreuth. “Huellas sonoras: cien años de Festival de Opera en discos” es el título de la muestra, planteada como un paseo audiovisual que arranca de la grabación pionera salida de Bayreuth, en 1904, con la voz del barítono Theodor Bertram para “El oro del Rin”.
Junto a objetos históricos, como un fonógrafo de Thomas Edison de 1898, la exposición invita al visitante a escuchar las voces de entonces. La muestra no se limita al tema operístico, sino que presenta documentos como una arenga de Adolf Hitler -a cuyos pies pusieron Bayreuth los herederos de Wagner- o la voz de Herbert Zimmermann, el reportero que realizó la crónica del primer título mundial de fútbol para Alemania, en 1954.
Con esos y otros documentos se teje una muestra en la que desde el principio queda clara una cuestión: Bayreuth cumple este año un siglo de historia discográfica, pero la relación entre el festival y el gramófono no fue un amor a primera vista.
Desde que Edison reprodujo por primera vez una voz humana en su fonógrafo, en 1877, hasta que los Wagner autorizaron las primeras grabaciones en Bayreuth pasaron 27 años. Para Wagner la reproducción técnica y encima industrial de algo que, por definición, consideraban mágico e irrepetible era una especie de degeneración del acto genial de componer o cantar ópera.
A partir de 1904 la relación con la discografía fue fluida y acorde con los avances técnicos. Bayreuth dejó atrás con puntualidad la era del gramófono para entrar progresivamente en el tocadiscos, cadenas digitales, CD y DVD, en la confianza de que ningún avance técnico suplirá jamás el placer de escuchar a Wagner.