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"Hora amarga"

19 de marzo de 2003

Pese al inminente inicio de la intervención contra Irak, el Consejo de Seguridad volvió a sesionar. Cinco ministros de Relaciones Exteriores asistieron al encuentro, para subrayar que la ONU no ha perdido vigencia.

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Dominique de Villepin, Igor Ivanov, y Joschka Fischer insistieron en que había alternativa a la guerra.Imagen: AP

El poderío militar de la ONU es limitado, pero su función política tiene carácter único para el resguardo de la paz y la estabilidad en el mundo, y no puede ser suplantada por una "coalición de los dispuestos". Así lo formuló el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, al acudir a la sesión que celebró el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas faltando sólo horas para que expirara el ultimátum lanzado por el presidente estadounidense, George Bush, a Saddam Hussein.

Alternativa desperdiciada

"Sin duda es para todos una hora amarga", señaló el jefe de la diplomacia alemana, consciente de que la guerra es inminente y que nada de lo que se dijera en el debate podría frenar su maquinaria. Aún así, él y otros cuatro ministros de Relaciones Exteriores, entre ellos los de Francia y Rusia, consideraron necesario acudir a la cita. No fue, desde luego, el caso de sus homólogos de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, que optaron desde hace tiempo por la vía armada para resolver la crisis iraquí.

Que había alternativa es lo que los países opuestos a la guerra quisieron volver a poner de manifiesto este miércoles, subrayando que las inspecciones de armas podrían haber conseguido el objetivo común de lograr el desarme iraquí. El propio jefe del equipo internacional de inspectores, Hans Blix, se mostró decepcionado por no poder continuar su misión en Irak y expresó su pesar porque su trabajo de tres meses y medio no logró arrojar la certeza necesaria sobre la ausencia de armas prohibidas en ese país, ni evitar la confrontación bélica.

La "otra" realidad

Puede que haya sido una reunión "ajena a la realidad", como dijo Colin Powell, ante la evidencia de que serán los cañones los que tengan la palabra. Pero ello no invalida el intento de poner en claro algunos aspectos de esta realidad que se impone hoy. Joschka Fischer lo hizo en un vehemente discurso, en el que se remitió a la Carta de las Naciones Unidas, que no frece bases jurídicas para inducir un cambio de gobierno por la fuerza en Bagdad.

El ministro germano recalcó que el "Consejo de Seguridad" no fracasó, argumentando que proporcionó los instrumentos para desarmar a Irak. Lo que ocurra "fuera de la ONU" no es su responsabilidad, indicó el jefe de la diplomacia de Berlín, sin mencionar expresamente a Estados Unidos, pero puntualizando que la "política de la intervención militar" carece de credibilidad.

Las consecuencias, de una u otra forma, serán graves. Por lo pronto, se avecina evidentemente un "desastre" humanitario, que la ONU tendrá que encargarse de mitigar, como lo destacó el secretario general de la organización, Kofi Annan. Pero tampoco esa tarea será fácil, sobre todo teniendo en cuenta que de los 123,5 millones de dólares solicitados para el programa de ayuda a Irak, sólo se cuenta hasta la fecha con 34 millones. Son recursos que harán falta para paliar los estragos de una guerra que a juicio del gobierno de Alemania pudo y debió haberse evitado.