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Gran Bretaña ha votado, ¿y ahora quién gobierna?

7 de mayo de 2010

Reñida fue la campaña y reñidos han sido, tal y como apuntaban los pronósticos, los resultados electorales. Los tories ganan en Gran Bretaña, pero sin mayoría absoluta, y la composición del futuro Gobierno sigue abierta.

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Imagen: AP

El sistema político británico tiene algunas peculiaridades. La más famosa es que su monarquía parlamentaria se sostiene sobre una Constitución que nunca ha sido plasmada por escrito. Otra cierne ahora un gran interrogante sobre el nombre del futuro primer ministro: dicen las normas electorales británicas que si ningún partido logra la mayoría absoluta, el que está en el poder tiene prioridad a la hora de negociar la formación de un nuevo Ejecutivo.

Großbritannien / Cameron / Wahl
David Cameron gana, pero no lo suficiente.Imagen: AP

36 mandatos separan, según los últimos recuentos, al conservador David Cameron de la posibilidad de gobernar en solitario. El partido laborista ha perdido 29 puntos y recaudado con ello el peor resultado desde 1983, pero es el que ocupa el poder y ya ha anunciado su intención de conservarlo: Gordon Brown quiere iniciar contactos coaligadores con los liberales de Nick Clegg, la formación bisagra que se quedó lejos de las expectativas levantadas pero que aún así podría ser decisiva.

Si laboristas y liberales logran llegar a un acuerdo, estarían actuando conforme a la ley pero, en opinión de William Hague- experto tory en asuntos exteriores- siendo autores de un "vergonzoso pedazo de política".

La historia ofrece un ejemplo

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La prensa británica reacciona al resultado electoral.Imagen: AP

Tory Party y Labour Party: la historia política de Gran Bretaña está dominada por la fuerte presencia de estos dos grupos. Las coaliciones y los Gobiernos en minoría son excepcionales en la isla. La última vez que los británicos se encontraron en una situación similar a la actual fue hace 36 años.

En febrero de 1974, el conservador Edward Heath convocó elecciones anticipadas de las que no surgió vencedor claro. El resultado fue un "patt", un empate virtual entre los grandes, y entonces como ahora los liberales jugaban un papel clave en la constitución del Ejecutivo. En aquel momento también como hoy, el tercer partido exigía una reforma del sistema electoral, que favorece extremadamente a los establecidos en contra de las formaciones políticas pequeñas. Heath pareció dispuesto a hacer concesiones, pero a última hora los potenciales socios decidieron echarse atrás.

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Edward Heath, primer ministro británico entre 1970 y 1974.Imagen: AP

Heath era un político altamente impopular, de ahí que el precio de unirse a él les resultara a los liberales, a fin de cuentas, demasiado caro. Sin posibilidad de instituir una coalición, los tories decidieron gobernar en solitario y en minoría, y 1974 fue un año terrible para Gran Bretaña: la conflictividad social aumentó hasta tal punto que el país pareció encontrarse al borde de una revolución.

Finalmente, ese mismo octubre las sucesivas huelgas desbancaron a Heath del cargo de premier. En los segundos comicios tras pocos meses, el Partido Laborista, que ya en febrero había obtenido más votos- aunque no suficientes- que los conservadores, se hizo cargo, como si los acontecimientos volvieran a colocar a cada cual en su lugar, del Gobierno británico.

Esperando a un acuerdo

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El recuento de votos no da claros resultados.Imagen: AP

Gran Bretaña debe contar con un Gobierno estable, dijo Gordon Brown nada más conocer la situación que perfilaban las urnas, y él está dispuesto a dárselo porque, aseguró el todavía premier, ésa es "su obligación".

Los tories, evidentemente, no están de acuerdo con la apreciación. Ellos son los que han obtenido la mayoría, no absoluta, de los votos emitidos y a ellos les corresponde regir los destinos del país los años venideros. Los liberales de Clegg podrían ayudarles en este propósito, aunque un acuerdo de coalición, cuando de un lado se sientan acérrimos antieuropeístas como son los conservadores y del otro personajes que incluso verían con buenos ojos que Gran Bretaña pagara con euros, no resulta cosa sencilla.

El 25 de mayo está planeado que la reina Isabel II pronuncie el discurso en el que, como es costumbre, lee el programa del nuevo Ejecutivo. En teoría, la monarca podría convocar a los dirigentes de los partidos y exigirles colaboración mutua, pero lo más probable es que se mantenga al margen de la disputa y espere pacientemente, con el resto de sus súbditos, a que los señores políticos lleguen a un acuerdo.

Autor: Luna Bolívar/ dpa/ afpd/ rtrd

Editor: José Ospina Valencia