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Exilio californiano

26 de enero de 2013

Además de conocidos exiliados, numerosos emigrantes judíos de clase media y sólida formación académica se afincaron en la costa del Pacífico estadounidense. Llevaron consigo las ganas de integrarse y la lengua alemana.

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Imagen: ullstein bild - CARO

“El tío Rudy era un gran tipo”, sonríe Michael Meyer, profesor retirado de Historia. Este californiano recuerda con ojos brillantes cómo de adolescente cuidaba los jardines de diversos artistas junto al abogado judío de Magdeburgo. El propio Meyer sobrevivió al régimen nazi y a la guerra junto a sus padres y hermanos en un pueblo cercano a Magdeburgo. Después, sus progenitores lo enviaron junto a un hermano a Estados Unidos con el objetivo de sondear cómo era la vida en California. El encuentro con Rudy Bruch dejó una huella indeleble en la memoria de Meyer.

Gallinas y poesía alemana

Rudy Bruch, el apasionado sionista. En realidad, quería ayudar en la construcción de Palestina tras huir de los nazis. Por ello estudió Agricultura en Suecia tras formarse en Derecho en Alemania. Su esposa Eva insistió para que cambiara de planes y emigrara junto a ella a Estados Unidos. En Los Ángeles, el matrimonio se hizo una casa con granja avícola y huerto de frutas. El abogado judeo-alemán Rudy Bruck se convirtió en el horticultor norteamericano Rudy Brook. Pero permaneció estrechamente unido a la cultura alemana. En su casa disponía de una biblioteca entera con libros de Heine, Goethe, Schiller, Kant y otros clásicos.

Jardinero y cantante

Dirigent Bruno Walter
El director Bruno Walter vivió desde 1933 en los Estados Unidos.Imagen: picture-alliance/dpa

Meyer recuerda cómo su “tío Rudy” cantaba en el camión de vuelta a casa junto a un compañero de trabajo que también era refugiado judeo-alemán. Ambos impostaban la voz y entonaban arias de óperas alemanas y francesas a grito pelado. Rudy era a todas luces un personaje: conocía por ejemplo los nombres en latín de todas las plantas, cualidad que dejaba impresionados a sus clientes.

La vida del joven Michael Meyer fue muy rica y variada en aquel ambiente de inmigrantes. En Los Ángeles se había reunido toda una elite cultural: los escritores Lion Feuchtwanger, Thomas y Heinrich Mann, Bertold Brecht, Alfred Döblin, el compositor Arnold Schönberg, el director de orquesta Bruno Walter…Michael acudió a conciertos y lecturas de estos artistas alemanes. Allí se reunían personas como Rudy y otros inmigrantes germanos menos famosos. En estas vivencias y encuentros reside el origen de la actividad científica profesional de Meyer.

Artistas y público

Animado por las experiencias de su juventud, Meyer se dedicó a la investigación sobre el exilio. En el Cal State Northridge College estudió la historia de aquellos abogados, médicos, profesores, psicoterapeutas y demás trabajadores que emprendieron el camino de la emigración. Meyer pronto tuvo claro lo importantes que eran para los artistas. Como público, por ejemplo. “Me di cuenta de que en la vecindad de esta gente famosa había una especie de clase media cultural. Algunos eran judeo-alemanes y otros no, pero la mayoría eran judíos con formación sólida que se interesaban por cuestiones culturales. Cuando, por ejemplo, Thomas Mann leía en voz alta, necesitaba público que lo entendiera en alemán”.

Jardineros para Billy Wilder

Projekt Deutsch jüdisches Kulturerbe Michael Meyer, Marta Feuchtwanger
Vecinos en el exilio: Michael Meyer (derecha) y Marta Feuchtwanger.Imagen: Michael Meyer

El “tío Rudy” nunca se quejó de que su formación alemana en Derecho no fuera reconocida en California, recuerda Meyer. Con trabajo y perseverancia pasó de ser un simple jardinero a paisajista. Trabajó, entre otros, para Billy Wilder, Fritz Lang, los hermanos Gershwin y el director de orquesta Bruno Walter. Su esposa se formó en masajes terapéuticos y a ambos les fue bien. Rudy fue incluso agente inmobiliario. La pareja vendió su granja con jardín frutal en el barrio obrero de Van Nuys y se construyó una casa en la colina Pacific Palisades, con magníficas vistas al océano y a pocos metros de la villa de los Feutchtwanger.

Polémica Marta

Marta Feuchtwanger se ocupaba del jardín en la propiedad de la pareja. Allí configuró un romántico paseo con eucaliptos y melocotoneros. La pasión común por la jardinería era un importante punto en común en sus conversaciones con los Brook.

Cuando Lion Feuchtwanger murió en 1958, la energética Marta conquistó la vida cultural de Los Ángeles. Y, sin duda alguna, también la de los inmigrantes. La viuda del escritor acudía a numerosos eventos en la ciudad y conciertos de música de cámara en casas privadas. También llegó lejos en la política. Michael Meyer recuerda las reacciones que en ella suscitaban sus disertaciones sobre los nazis, el papel de los comunistas y la subida al poder Hitler. Ella solía no estar de acuerdo: “Siempre gritaba: ¡no, no, no”! Pero nos conocíamos bien y siempre volvía”, dice el profesor. Una anécdota que demuestra lo abierta que era Marta Feuchtwanger tuvo lugar cuando Meyer se casó en 1966. Invitó entonces a venir a sus padres de Alemania y se alojaron en casa de Eva y Rudy Brook en Pacific Palisades. Pronto conocieron a su famosa vecina y el padre de Michael acompañaba a Marta en su excursión diaria al mar. Michael lo recuerda así: “Ambos marchaban montaña abajo hasta el océano, nadaban y volvía a subir. Es muy alemán eso de caminar y mantenerse físicamente activo.”

Michael Meyer vive hoy en su hermosa casa con vistas al que fue un día domicilio de los Feuchtwanger, “Villa Aurora”: El pasado permanece vívido en su memoria. Y también un pedazo de cultura alemana: Meyer es un apasionado intérprete de violín y suele tocar música de cámara junto a su familia y amigos. Además tiene una conexión geográfica con su país de origen: él y su esposa poseen una vivienda en Berlín-Charlottenburg.

Projekt Deutsch jüdisches Kulturerbe Michael Meyer
Historiador y músico por hobby: Michael Meyer hoy día.Imagen: Michael Meyer

Autora: Kerstin Zilm/MS
Editora: Claudia Herrera