Europa y América Latina, juntas contra el cambio climático
14 de junio de 2017Sequías, inundaciones, incendios forestales, contaminación: son algunos de los impactos medioambientales que América Latina sufre, cada vez más y con más virulencia. La vulnerabilidad de la región a dichos impactos quedó patente en el último informe de la ONG alemana Germanwatch, "Global Climate Change Risk 2017'"que sitúa a tres países centroamericanos entre los diez más afectados por el cambio climático. Así, mientras que Honduras encabeza la clasificación, Nicaragua se sitúa en cuarto lugar y Guatemala en el noveno.
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Para poder afrontar este reto global, la región cuenta desde 2010 con la ayuda del programa de cooperación europeo Euroclima. La iniciativa surgió a raíz del compromiso que tomaron los Jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones en la quinta Cumbre ALC-UE, realizada en Lima en mayo de 2008. ”Euroclima ha servido como una plataforma regional para mejorar el diálogo, crear confianza e intercambiar conocimiento sobre los asuntos relacionados con el cambio climático”, dijo Horst Pilger, Responsable de los programas regionales de América Latina de la Dirección General para el Desarrollo y la Cooperación Internacional de la Comisión Europea.
"En América Latina, los Ministros de Medio Ambiente no tienen muchas ocasiones para reunirse”, lamentó. En el marco de la iniciativa se "compara lo que se ha hecho en cada país en materia de medidas legislativas y acciones de desarrollo, y se intercambian experiencias sobre las mejores prácticas, colocando en la misma mesa a los actores clave en la adaptación al cambio climático”, agregó.
Pioneros en la generación de conocimiento
Cuando se puso en marcha Euroclima, varias de las principales iniciativas de cooperación internacional sobre cambio climático, como REGATTA (Portal Regional para la Transferencia de Tecnología y Acción frente al Cambio Climático en América Latina y el Caribe), aún no se habían creado o apenas estaban dando sus primeros pasos, como en el caso de la RIOCC (Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático).
Implementado por CEPAL, PNUMA, IICA, JRC y un equipo de asistencia técnica, la primera fase del programa, que se llevó a cabo en el periodo de 2010 a 2013, contó con un presupuesto de 5 millones de euros. Se realizó una treintena de talleres y seminarios, formando a más de un millar de personas, y se elaboraron decenas de estudios específicos de temas variados como la transición energética o los ecosistemas en la adaptación al cambio climático en los municipios.
Dichas investigaciones han contribuido a la preparación de los planes de acción climática nacional en el marco del Acuerdo de París.
"La sensación entre los países latinoamericanos fue que el intercambio fue muy útil y se decidió continuarlo de 2014 a 2017”, explicó, justificando la extensión del programa a segunda fase. Ésta, que ha contado con una financiación de 11.450.000 euros y que actualmente está apoyando a los países para acceder a los fondos internacionales que financian acciones climáticas, finalizará a finales de este mes.
Aprendiendo del pasado, mirando hacia el futuro
Lima fue el escenario, hace unos días, de la presentación de los resultados del programa, en un evento en el que también se habló sobre la economía del cambio climático. "Costa Rica informó sobre temas específicos que tienen que ver con la movilidad y Chile sobre sus propuestas legislativas, de modo que los otros países pueden ver qué experiencias pueden ser útiles para su propio planeamiento”, explicó.
Asimismo, se lanzó un nuevo programa, EUROCLIMA+, que se pondrá en marcha a partir del próximo 1 de julio. Esta iniciativa cuenta con un presupuesto de 80 millones de euros y se centra en seis sectores: bosques, biodiversidad y ecosistemas; recursos, eficiencia en el entorno urbano con un enfoque específico en la movilidad urbana; la gestión y reducción del riesgo de desastres; la producción de alimentos resilientes; energía renovable y energía eficiente; y gestión del agua. La principal novedad es que abre la puerta a la financiación de proyectos "con un alto potencial de ser considerados piloto y posibilidades de ser replicados en cualquier otro lugar”, subrayó Pilger.
Para ello será preciso que al menos dos países, que ya estén llevando esfuerzos en ese área, presenten una propuesta conjunta y pasen un mecanismo de selección. También se financiarán iniciativas relacionadas con la gestión del conocimiento climático, comunicaciones y aprendizaje. "Se pueden organizar campañas de información sobre el cambio climático para los ciudadanos, medir las emisiones gases de efecto invernadero de las ciudades o monitorear y verificar los propios progresos hechos en la implementación y la adaptación de los esfuerzos de mitigación, una obligación del Acuerdo de París”, recordó.