Anatomía emocional de mesopotámicos asombra a científicos
11 de diciembre de 2024Es casi instintivo asociar nuestras emociones con partes específicas del cuerpo, como si siguieran una lógica universal. Por ejemplo, ¿dónde siente usted la ira? Probablemente en la cabeza o el pecho, como la mayoría de las personas aseguraría hoy en día. Sin embargo, un viaje en el tiempo a la antigua Mesopotamia podría revelar una perspectiva muy distinta: en esa civilización, la ira parecía "encender" los muslos y los pies, desafiando nuestras nociones modernas sobre cómo y dónde se manifiestan las emociones en el cuerpo.
Esta fascinante revelación surge de un innovador estudio dirigido por la asirióloga Saana Svärd, de la Universidad de Helsinki, el neurocientífico cognitivo Juha Lahnakoski, del Centro de Investigación de Jülich en Alemania, y el profesor Mikko Sams, de la Universidad Aalto en Finlandia.
De acuerdo con un comunicado de prensa, el equipo analizó cerca de un millón de palabras en textos neoasirios, escritos en tablillas de arcilla, entre los años 934 y 612 a.C., para crear un mapa corporal de las emociones de nuestros ancestros mesopotámicos.
Emociones que fluyen desde el hígado
Los resultados son, cuanto menos, sorprendentes. El hígado, un órgano que rara vez asociamos hoy con las emociones, era para los mesopotámicos el centro de la felicidad y el amor.
"El hígado ocupa un lugar destacado cuando se abre el cuerpo. Como es un órgano grande, la gente podría haber asumido que el alma vive en el hígado", señaló Lahnakoski, según New Scientist.
Pero las peculiaridades no terminan ahí. Según informa Science Alert, el equipo descubrió que el sufrimiento solía sentirse en las axilas, y la excitación sexual podía manifestarse en los tobillos. El amor, aunque también se sentía en el hígado y el corazón, podía experimentarse en las rodillas, quizás reflejando cómo esta emoción puede "doblar" a las personas o ponerlas de rodillas, de acuerdo con The Jerusalem Post.
No todo era diferente, sin embargo. Al igual que nosotros, los antiguos mesopotámicos sentían que el orgullo llenaba su corazón y la tristeza habitaba en su pecho. "Incluso en la antigua Mesopotamia se tenía un conocimiento aproximado de la anatomía, por ejemplo, de la importancia del corazón, el hígado y los pulmones", señala Svärd en el comunicado de prensa.
El estudio, que se publicó en la revista iScience, representa la primera vez que se analizan textos antiguos del Próximo Oriente de esta manera, vinculando cuantitativamente las emociones a las partes del cuerpo. Los investigadores examinaron una amplia variedad de escritos, desde listas de impuestos y documentos de venta hasta oraciones y los primeros textos históricos y matemáticos.
Limitaciones del estudio
Sin embargo, los investigadores advierten que debemos ser cautelosos al interpretar estos hallazgos. La alfabetización era escasa en Mesopotamia, y la escritura cuneiforme era principalmente producida por escribas al servicio de los ricos. Además, existe una diferencia fundamental entre los mapas corporales modernos, basados en experiencias autodeclaradas, y estos mapas antiguos, construidos a partir de descripciones lingüísticas.
Del mismo modo, según Science Alert, el modelo utilizado presentaba un sesgo que excluía la anatomía femenina, lo que podría haber omitido todo un léxico de términos emocionales.
"Además, hay que tener en cuenta que los textos son textos y las emociones se viven y experimentan", dice Svärd.
El equipo de investigación, que incluye también a expertos de las universidades de Aalto, Turku y Johannes Gutenberg de Maguncia, planea expandir su investigación. Su próximo paso será examinar un corpus de textos en inglés del siglo XX que contiene 100 millones de palabras, así como datos en finlandés, para seguir explorando cómo la experiencia emocional humana ha evolucionado a través del tiempo y las culturas.
Esta investigación no solo nos ofrece una ventana fascinante al mundo emocional de nuestros ancestros, sino que también nos hace cuestionar qué tan universales son realmente nuestras experiencias emocionales.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de la Universidad Aalto, iScience, Science Alert, New Scientist y The Jerusalem Post.