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Empate con sabor a derrota

5 de junio de 2002

1:1 contra Irlanda. Ya sabían los alemanes que este partido no sería miel sobre hojuelas como el anterior. De todos modos, la ilusión del triunfo se mantuvo hasta el final.

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Los irlandeses celebran su gol de último minuto, que selló el empate con Alemania.Imagen: AP

Los altibajos emocionales que está provocando este Mundial en el alma germana son notables. Tras la avasalladora victoria sobre Arabia Saudita, la selección alemana había dado un espectacular salto hasta los umbrales del Olimpo de los favoritos. De la noche a la mañana se acabaron los lamentos y la autocompasión, y los alemanes volvieron a entusiasmarse con el campeonato.

En las oficinas se instalaron televisores y hasta los ministros del interior del gobierno federal y las regiones interrumpieron una conferencia para ver el partido. Cuestión de orgullo nacional.

Ahora, la hinchada vuelve a la realidad. Los empates, en rigor, no son mala cosa. Otorgan un preciado punto y nadie pierde la cara ante el rival. Pero, claro, tienen gusto a poco. E incluso un sabor amargo, cuando se producen en el tiempo suplementario. Y más aún si se viene de ganar, por goleada de 8 y 0, en el partido anterior.

Bendita diferencia de goles

El paso a la siguiente ronda ya no está del todo asegurado. Y se comienzan a sacar cuentas: si Alemania empata con Camerún y si tanto éste como Irlanda derrotan a Arabia Saudita, habría tres equipos con cinco puntos en el grupo E.

Demasiada especulación, se dirá usted. Pero tiene su razón de ser. Porque si se produce esa constelación, nada improbable, entonces habría que contabilizar la diferencia de goles. Y ahí sí que los alemanes tienen un colchón muy mullido. Ese bendito 8 a 0 del primer partido. Habrá que ver si alguien logra superar la marca. El orgullo saudita, en todo caso, hará todo lo posible por evitarlo.

Máximo goleador

Pero volvamos a la cancha. Lo ocurrido este miércoles entra en el terreno de lo previsible. El empate da testimonio de un fútbol alemán que no cautivó en lo absoluto, pero que cuadra con la tradición de los enfrentamientos futbolísticos de las selecciones de ambos países. De los 13 partidos que han disputado en su historia, 6 los ganó Alemania y 5 Irlanda. A los 2 empates restantes, se suma ahora el de hoy.

Para consuelo de los hinchas germanos, la nueva estrella del equipo sigue brillando: Miroslav Klose. El autor de 3 goles en el arco saudita, demostró desde el comienzo que es un jugador peligroso para el rival y, de un cabezaso, marcó el primer tanto del encuentro, a los 19 minutos. Con él, Klose lleva ya 4 a su haber y mantiene, de momento, la corona de máximo goleador de este Mundial 2002.