El régimen iraní se resquebraja

“De Volkskrant”, de Amsterdarm: “Un observador superficial diría que el régimen iraní apoya unánimemente el segundo mandato de Ahmadinedschad, y que las protestas callejeras contra la manipulación de votos no son más que un combate antes de la retirada. Pero nada más alejado de la verdad que esto. Es notable que Musaví, rival de Ahmadineschad y, a un tiempo, un hombre de alto rango en la república islámica, no se deje intimidar y exija nuevas elecciones. Impacta asimismo el hecho de que continúen los anuncios de más protestas, a pesar de la impotencia física de los manifestantes y la presencia ominosa del aparato represor.”

“Der Kurier”, de Viena: “No fue la oposición, que estaba interesada en reformas, pero no en catapultar el sistema al vacío, la que dañó al Gobierno iraní en la noche electoral. Nadie hubiese podido luchar contra la victoria del presidente iraní Ahmadineschad si hubiese habido segunda vuelta y no se hubiese producido fraude en el escrutinio. Más bien fue el anuncio apresurado de los resultados, que supuestamente reflejaban un masivo apoyo a Ahmadineschad, lo que empujó a los cientos de miles de seguidores de Musaví, hambrientos de modernización, a la calle. La respuesta represora y mortal del aparato de poder resquebrajado a aquellos que dudaban de la parodia democrática cubrió de vergüenza al país y reveló su perfil de régimen torturador. A todo esto, lo que piden quienes están descontentos es lo que el régimen debería hacer si quiere permanecer y sostener el sistema: darles un poco más de libertad personal para que la mitad más culta de la población no desaparezca en el exilio interno o externo.”

“Liberation”, de París: “El juego de los poderosos en Irán es complejo, y todo indica que hay un quiebre en el régimen. La república islámica perdió pié. Su base religiosa fue puesta duramente a prueba cuando el líder espiritual, el ayatolá Alí Jamenei, bendijo el fraude electoral y confirmó la reelección de su protegido. En realidad, el ayatolá debería personificar el poder divino, que está por encima de la política. Con su toma de posición, el líder espiritual se ganó el rechazo de parte de la élite religiosa."

“Aftenposten”, de Oslo: “Ni los brutales ataques a los manifestantes ni las ceremonias por televisión, perfectamente escenificadas, pueden ocultar que el régimen iraní está sumido en una profunda crisis y que goza de muy poca credibilidad entre la población. A la toma de poder del presidente Mahmud Ahmadineschad, luego de unos comicios muy debatidos (…) le siguen más protestas, que el régimen vuelve a aplacar con mano dura. (…) Los incidentes no terminarán aunque las autoridades apliquen sus instrumentos de poder al extremo. Tal vez la policía y la guardia revolucionaria puedan contenerlas a corto plazo, pero eso no soluciona los problemas de fondo, y eso es lo que debería entender el régimen lo más pronto posible.”

Autora: CP

Editora: Claudia Herrera-Pahl