El Gobierno británico contraataca
10 de agosto de 2011Publicidad
Este miércoles (10.8.2011), los hechos respaldaron al primer ministro británico, David Cameron, cuando dijo que su decisión de aumentar la presencia policial en las calles de Londres a 16.000 agentes había funcionado: la noche del martes (9.8.2011), la cuarta jornada de tumultos en Gran Bretaña, transcurrió sin sobresaltos en la capital del Reino Unido. Sin embargo, serios disturbios tuvieron lugar en ciudades como Manchester, Nottingham, Birmingham y Liverpool, y se registraron conatos de violencia en Leicester, Gloucester, Wolverhampton, West Bromwich, Milton Keynes y Salford.
Cameron aseguró este 10 de agosto que se reprimirá la violencia en las calles del Reino Unido y apuntó al uso de cañones de agua para frenar los disturbios; esta será la primera vez que se empleen este tipo de medidas en territorio británico. “Necesitábamos contraatacar y el contraataque ha comenzado”, dijo el premier, atribuyendo los recientes brotes de violencia a bandas callejeras sin ningún respeto por la autoridad. “No permitiremos que en nuestras calles domine la cultura del miedo”, acotó.
Cameron informó que el Consejo de Seguridad Nacional (Cobra) volvería a reunirse para analizar el desarrollo de la crisis, una coyuntura que ha convertido a su Gobierno, a sus políticas socioeconómicas y a los organismos de seguridad del Estado en blanco de críticas contrastantes. Por un lado se le atribuyen prejuicios raciales y de clase a los agentes policiales –predominantemente blancos–, y una mala comunicación con sectores marginados de la ciudadanía cuya situación, de por sí precaria, sólo ha empeorado tras los recientes recortes del gasto público. Y por otro están los que claman por una actuación más agresiva de cara a quienes han puesto las calles a arder, exigiendo incluso la intervención del Ejército.
El Ejército no intervendrá
A ese coro de voces se unió Stephen Lennon, líder del grupo militante de ultraderecha English Defense League (EDL). “Nosotros pondremos fin a este alboroto; está claro que la policía no está en capacidad de hacerlo”, dijo Lennon, advirtiendo, eso sí, que no podría evitar el enfrentamiento entre los miembros de su organización y la masa de agitadores, cuyo perfil ha cambiado desde que comenzaron los disturbios. Un oficial de Scotland Yard explicó este 10 de agosto que los revoltosos de las primeras noches eran sobre todo adolescentes de entre 14 y 17 años, mientras que los que salieron a la calle en las últimas horas eran mayores y más agresivos.
No obstante, Cameron y el Gabinete de Seguridad de su Gobierno se rehúsan a responder a los disturbios apelando a tácticas demasiado brutales; la policía evalúa la posibilidad de usar balas de goma, pero el involucramiento del Ejército en el conflicto ha sido descartado. Lo que el primer ministro no ha dejado de hacer desde este 9 de agosto, es emplear sus palabras como municiones: “Si son lo suficientemente adultos para cometer estos delitos, también lo son para asumir las consecuencias”, declaró, en alusión a los alborotadores.
El menor de los detenidos tiene once años
En Birmingham han sido detenidas 80 personas en relación con los incidente violentos; en Manchester el número de arrestos asciende a 108 y en Londres, cuyas cárceles están saturadas, a 768. El menor de los detenidos tiene once años, haciendo evidentes los problemas que enfrentarán las autoridades para lidiar con esta situación y las razones por las cuales el Gobierno no puede simplemente recurrir a la “mano dura”, tal como lo exigen los sectores más conservadores de la sociedad británica.
El presidente del Centro de Justicia Social de Londres, Gavin Poole, sostuvo que los factores que propiciaron este estallido social deben buscarse en las circunstancias en las que vive toda una generación de jóvenes marginados. “Ellos creen que no tienen nada que perder y que no tienen que rendirle cuentas a nadie”, comentó Poole. Otros expertos apuntan a la creciente desigualdad que impera en Gran Bretaña, sobre todo en su capital: de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Reino Unido presenta una de las brechas entre ricos y pobres más grandes.
Recorte fiscal y autoridades policiales, bajo crítica
De ahí que Cameron se halle bajo la presión de quienes rechazan su estrategia para reducir el gasto público. David Lammy, el diputado laborista que representa a Tottenham –el barrio londinense en el que comenzaron los disturbios– en el Parlamento británico, ya había criticado las medidas de Cameron en octubre de 2010, describiéndolas como “recortes repugnantes e innecesarios que serán catastróficos para nuestra comunidad”. Lammy advertía que los liberales y los conservadores corrían el riesgo de hacer retroceder al país a los años ochenta, “una época en la que la frustración y la ira, producto del talento desperdiciado y la pobreza más amarga, propiciaron una explosión social”.
Por si fuera poco, la opacidad de las circunstancias en las que murió Mark Duggan a manos de la policía el 4 de agosto –el incidente que dio origen a los tumultos dos días después– y la incongruencia del primer testimonio policial amenazan con empañar aún más la imagen que se tiene de los organismos de seguridad en Tottenham y otros vecindarios pobres del país. Las autoridades aseguran que el hombre de 29 años abrió fuego contra los uniformados durante un operativo de vigilancia; a Duggan se le atribuye la propiedad de un arma conseguida en el lugar de los hechos. Pero, según un informe presentado este martes (9.8.2011) por la Comisión Independiente de Reclamos de la Policía (IPCC), “no existen evidencias” de que Duggan haya abierto fuego antes de que se le disparara.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / ap / Reuters
Editora: Emilia Rojas Sasse
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