El fútbol: campo de reflexión y producción literaria

El amor por la redonda y la importancia del fútbol como espacio de reflexión y de producción literaria fue el tema central de la charla que mantuvieron tres escritores: Juan Sasturain, escritor, periodista y guionista, Eduardo Sacheri, comentarista y escritor, autor de la novela de la que nació la película El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar a la mejor película extranjera 2010, y el escritor Sergio Olguín, autor de El equipo de los sueños. El dibujante de humor gráfico Miguel Rep fue quien moderó la charla.

Fútbol es cultura

El comentarista de fútbol argentino Osvaldo Ardizzone fue recordado por el escritor Sergio Olguín, quien lo contó entre sus favoritos literarios junto a Julio Verne y a Cortázar. “Esta mesa redonda hubiese sido impensable décadas atrás”, dijo Juan Sasturain. Fue a fines de los años 60 y comienzos de los 70 cuando se comenzó a vislumbrar, a discutir en los ámbitos universitarios acerca de fenómenos culturales.

Es decir, señaló Sasturain, que se reconoció que el concepto de cultura no estaba restringido a las bellas artes, sino que había otras prácticas que tenían que ver con las actividades de la gente, con la construcción simbólica, con los valores, con las pasiones, con la creatividad, que no aparecían registrados en el esquema cerrado de lo que era entonces la cultura. “En ese lugar de lo marginado había también otras prácticas populares y literarias vinculadas a la literatura de masas, que no estaban encuadradas dentro de lo reconocido”, dijo el escritor.

El fútbol como campo de reflexión de la sociedad

El fútbol como actividad y también como práctica vertida a lo simbólico, a la escritura, era una de ellas, subrayó Juan Sasturain. Desde la derecha y la izquierda ideológicas, el fútbol era y es considerado como un fenómeno alienante, cosa que se puede seguir discutiendo hoy, dijo Sasturain. Y añadió que eso era así “desde la izquierda, porque el fútbol distraía a las masas de su tarea histórica de hacer la revolución. Era una forma pura de alienación. Y más aún aquellos que escribían sobre fútbol. Desde la derecha tradicional más o menos liberal o más o menos fascista, el fútbol era una cosa de negros, literalmente. Es decir, una práctica en la que primaba lo irracional, la brutalidad, la tontería y también la alienación.”

“Permiso cultural” para escribir sobre fútbol

Si se proyecta ese pensamiento hacia el campo cultural, los bien pensantes de izquierda veían en el fútbol lo que había visto Marx en la religión, el ‘opio de los pueblos’, y la derecha, como las prácticas propias de una masa inconsciente que votaba y elegía gobiernos que no eran los deseables para la derecha. En el campo cultural, el fútbol no existía, y, si existía, era de una manera vergonzante, refirió Juan Sasturain.

Esto no quería decir que los escritores argentinos no hayan sido amantes del fútbol, subrayó Sasturain, o que tuvieran amor por una camiseta, sino que no escribían sobre eso, “así como no escribían sobre lo que les sucedía debajo de las sábanas”. “Se trata de un permiso cultural que hizo que el fútbol sea hoy un motivo de reflexión y de escritura. A partir de una revolución en las élites culturales que han empezado a escribir sobre fútbol y sobre otros fenómenos de la cultura popular”. Y recordó a Eduardo Galeano, como ejemplo de un notable escritor latinoamericano que comenzó a escribir sobre fútbol en los años 80, pero no porque no le gustase el fútbol antes, sino porque recién entonces el fútbol comenzó a ser materia o campo de discusión de diversos temas: la política, la lucha de clases, la estética, los valores éticos, explicó el escritor. Para él, el fútbol es un espacio de reflexión que permite todo tipo de consideraciones. “Lo que hace que estemos hablando hoy aquí de fútbol es que se ha convertido en un fenómeno universal, además de ser el negocio más grande del mundo. El fútbol es insoslayable”, remarcó Sasturain.

Las mujeres y el fútbol

A la pregunta de si al escribir sobre fútbol piensa en las lectoras, Eduardo Sacheri dijo que al escribir “no piensa en un lector determinado, hombre o mujer, sino en sí mismo”, desde la exigencia de si lo que escribe le parece o no interesante. Lo que sorprendió a Sacheri fue descubrir que a las mujeres podía interesarles ese tipo de literatura futbolística y eso, según el autor, “es un buen destino para la literatura, que permite comprender mejor una parte del mundo que a uno no le queda muy clara.”

El fútbol al rescate de los valores

En los años 90, dijo Sacheri, hubo varios escritores que empezaron a escribir sobre fútbol, hubo una eclosión, después de que el Negro Fontanarrosa, Osvaldo Soriano y otros ya habían comenzado a escribir sobre fútbol. “Los 90 fueron un momento de ruptura y de cierre”, señaló Sacheri. Entonces comenzó una época más global, individualista, atenta a lo eficiente, una época que a mí, personalmente, no me gustó, ya que algunos valores que traíamos los argentinos dejaron de discutirse y de tomarse en cuenta.” El escritor dijo que fue entonces cuando surgió el fútbol como género literario, como mecanismo en algunos escritores “para sostener ese universo, para que no se alejara, para resguardar lo bueno de aquel mundo que se nos estaba cerrando.”

El humor y el cuerpo en la literatura futbolística

Sergio Olguín dijo que “a través de la literatura futbolística, en los 90 se recupera el cuerpo en la literatura argentina”. Los personajes literarios de los jóvenes narradores de los años 80 en la narrativa argentina “no tenían cuerpo, no transpiraban, tenían un sexo muy universitario”, describió el autor. “El fútbol es la recuperación de ese espacio de sudor, de pasión, que la narrativa argentina había perdido en función de seducir a los profesores universitarios.” “La ironía y el humor son las columnas centrales de la mejor literatura argentina”, afirmó Juan Sasturain. “Nuestros grandes escritores son todos humoristas, se definen por su capacidad de producir el efecto del humor, soterrados o manifiestos, son humoristas”, dijo. El lugar donde se encuentran el fútbol y el humor es donde los escritores se contraponen a la solemnidad, y no confunden seriedad con solemnidad, concluyó el escritor.

Autora: Cristina Papaleo

Editora: Emilia Rojas