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El fin de un sistema: la economía alemana en movimiento

Luna Bolívar Manaut2 de agosto de 2005

Los vientos están cambiando en la economía alemana. No sólo la crisis que vive el país pone en cuestión antiguos principios. El propio sistema se tambalea: desde el interior de sus buques insignia.

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Los directivos alemanes tienen que acogerse a nuevas reglas del juego.Imagen: dw-tv

La llamada "Deutschland Aktiengesellschaft"- Sociedad Anónima de Alemania- comenzó a crearse a finales del siglo XIX y vivió su máximo esplendor en las décadas que siguieron a la II Guerra Mundial. La "Deutschland AG" definía un sistema económico formado por empresas organizadas como Sociedades Anónimas, es decir, con su capital dividido en acciones. A su vez, estas acciones estaban repartidas entre otras empresas, siempre alemanas, de manera que se constituía una tupida red de interconexiones, en la que bancos, institutos de crédito y aseguradoras ganaron pronto mucha influencia. Especialmente el Deutsche Bank, Allianz y el Hypovereinsbank.

En esta red, todos protegían a todos porque todos tenían intereses en todos. La absorción de compañías alemanas por empresas de fuera del país se hacía prácticamente imposible, puesto que la "competencia ruinosa" era frenada en seco y el respaldo financiero de las entidades bancarias estaba asegurado.

El fin de la "Deutschland AG"

La primera ruptura con la tradición se produjo en el año 2000, cuando la empresa de telefonía móvil de origen británico Vodafone compró el consorcio alemán Mannesmann. Era el primer ataque directo a la "fortificación de Alemania", al orgullo de empresas construidas y organizadas para que no pudiesen caer en manos extranjeras: los criterios de rentabilidad habían vencido. Otro gran desmoronamiento en el sistema fue la compra del Hypovereinsbak por el italiano Unicredito en 2004.

Tanto el consorcio Mannesmann como el Hypovereinsbank eran deficitarios. Su venta fue muy criticada por unos como "política inmoral". Para otros, se trata de sanear y crear beneficios que a fin de cuentas son buenos para la empresa, los trabajadores, los accionistas, el Estado y la economía en general.

Los bancos, por su parte, parecen haber perdido interés en su papel de protectores. Las absorciones de ciertas compañías les resultan interesantes, puesto que pueden actuar como entidades crediticias. Y a su vez, el rendimiento real de algunas de las antiguas hermandades era dudoso.

Una nueva era para los directivos

Los directivos de las grandes empresas son uno de los grupos que con más intensidad está notando los cambios en la vida económica de Alemania. Tradicionalmente, los bancos solían colocar a sus trabajadores entre los puestos de manager de las compañías en las que tenían intereses. El sistema de relaciones era para los directivos un cheque en blanco, con el que sus espaldas quedaban siempre bien cubiertas.

Como ejemplifica el caso del director de Daimler-Chrysler, Jürgen Schrempp, que ha sido destituido por su mala gestión, la falta de rendimiento tiene consecuencias también para los trabajadores en puestos altos en la jerarquía empresarial. Alemania deja de ser el paraíso para el "club" de los jefes. Las acciones de Daimler-Chrysler han subido un 10 por ciento y nadie echa de menos a Schrempp. Los nuevos dueños de las empresas alemanas, las grandes multinacionales, ya no son fieles a la tradición sino a los resultados.

En este campo también los bancos comienzan la retirada. Desde que el suizo Josef Ackermann es director del Deutsche Bank, el banco ha dejado de nombrar al director del consejo de administración de Daimler-Chrysler. Y la tendencia es la misma en otras compañías.

La legislación se adapta a los tiempos

Al ritmo del mercado el gobierno alemán ha ido modificando la legislación para favorecer una apertura del sistema. En el año 2002, el ministro de finanzas Hans Eichel, subió hasta el 53 por ciento el impuesto sobre las ganancias en participaciones de las empresas, convirtiéndolo en el más alto del mundo.

A partir del presente año, la ley obliga a los directivos a hacer públicos sus ingresos. De esta manera se da un nuevo golpe a la inmunidad de los ejecutivos, se les obliga a cobrar sueldos acordes a su productividad y los accionistas tienen un conocimiento mayor de lo que pasa en el interior de la compañía. Todo un ajuste.