El derecho a la vivienda: ¿un sueño casi imposible?
17 de diciembre de 2012Jorge, un cubano de 45 años, es afortunado: su padre se fue al extranjero para trabajar como médico, y le dejó su departamento. Otros cubanos como él solo pueden soñar con tener una vivienda propia. Por lo general, en Cuba viven familias compuestas por ocho a diez personas bajo el mismo techo, en la casa de los padres. Es común que la casa tenga pequeñas habitaciones, muchas veces improvisadas. “Los dueños de casa son parejas que recibieron una vivienda del Estado, se casaron y tuvieron dos o tres hijos, que, a su vez, se casaron y formaron una familia”, explica Jorge a DW. Pero el problema de la escasez de vivienda accesible no es solo un problema cubano. En toda América Latina se produce este fenómeno, debido a la urbanización acelerada de las grandes metrópolis, y a las oleadas de personas que llegan allí en busca de trabajo.
Cuba: la política habitacional divide a la sociedad
Hasta 2011, en Cuba no estaba permitido alquilar o comprar una vivienda, señala Michael Zeuske, profesor de Historia Iberolatinoamericana. “Durante la revolución, en los años 60, se llevó a cabo la llamada ‘reforma urbana', en la que Fidel Castro estatizó las viviendas, de modo que la gente podía vivir allí pagando una pequeña suma de dinero, bajo la condición de no poder disponer libremente de ella. Sobre todo, estaba prohibido vender los inmuebles, ya que eso contradecía el ideal comunista”, dice Zeuske.
Sin embargo, sí se permitía heredar viviendas o trocarlas por departamentos de igual tamaño y valor. “Eso tuvo como consecuencia una escisión en la sociedad”, dice el experto. “Por un lado, están los ancianos que, en el transcurso de la reforma urbana recibieron casas y, con eso, ejercen un cierto dominio sobre la familia. Por el otro lado, los jóvenes, cuya vida es un infierno”, afirma Michael Zeuske. Además de la falta de espacio y de privacidad, el mayor problema consiste en el control que ejercen los padres, ya que, quien es dueño del espacio vital es también quien tiene el poder. Muchas personas huyen de esa situación a través del alcoholismo, y la tasa de divorcios es alta. “Muchos cubanos aspiran solo a un poco de vida privada: un cuarto propio, y tal vez una vivienda propia. Y cuando no les resulta posible obtenerlas, entonces, si pueden, abandonan el país, sobre todo los más”, dice el experto.
El derecho a la vivienda, un derecho humano
Escasez de vivienda no solo hay en Cuba, sino, por lo general, en todos los países en los que se llevan a cabo procesos de urbanización demasiado acelerados, subraya Michael Windfuhr, vicedirector del Instituto Alemán de Derechos Humanos. La mayoría de las personas que llegan a las grandes metrópolis en busca de mejores perspectivas terminan viviendo en barrios marginados, en los que no hay sistemas de canalización ni de abastecimiento de agua, así como tampoco escuelas ni hospitales, explica Windfuhr.
La falta de privacidad en las grandes familias que viven bajo un mismo techo es uno de los problemas centrales, según el experto, ya que, la mayoría de las veces, grandes grupos viven en pequeñas chabolas en las que los dormitorios solo están divididos por cortinas o telas. “A los niños les resulta casi imposible poder concentrarse para hacer sus tareas escolares, además de que el televisor está prendido casi todo el tiempo. Y los más jóvenes no cuentan con la posibilidad de desarrollar una relación, ni siquiera de amistad, con alguien; no pueden vivir su propia vida”. Windfuhr señala que uno de los derechos humanos, el derecho a la vivienda, es algo más que contar con un techo. Sobre todo la clase política tiene la obligación de ocuparse del tema, ya que, hasta el momento, únicamente en algunos países la gente cuenta con acceso a viviendas sociales.
Autora: Christina Ruta/ Cristina Papaleo
Editor: José Ospina Valencia