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El canciller austriaco, un dolor de cabeza para Merkel

Michaela Küfner
17 de enero de 2018

El canciller austriaco, Sebastian Kurz -de visita en Berlín-, podría convertirse en un problema para Angela Merkel en Europa. Con amigos como él, la canciller alemana no necesita enemigos, opina Michaela Küfner.

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Angela Merkel y Sebastian Kurz en Berlín.
Angela Merkel y Sebastian Kurz en Berlín.Imagen: Getty Images/M. Tantussi

Siempre unos pasos delante de los demás: así es como se ve el nuevo canciller de Austria, Sebastian Kurz. El hecho de que con tan solo 31 años haya llegado al poder, parecería confirmar su autopercepción. Sin embargo, durante su visita oficial a Berlín para reunirse con Angela Merkel, la jefa de Estado de la Unión Europea (UE) con más años al frente de un país, aumentaron las señales de que a veces el ritmo que marca es exagerado.   

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Después de todo, no fue solo la descarada autoestima del joven político la que lo llevó a la Cancillería austriaca. Sebastian Kurz tiene un instinto para los populismos y está dispuesto a crear alianzas que otros nunca considerarían. Angela Merkel seguramente sintió repugnancia ante la coalición de su homólogo con el partido de extrema derecha FPÖ (Partido de la Libertad de Austria), estrechos aliados del ultraderechista Frente Nacional en Francia. Para ella, sería impensable cooperar en Alemania con los populistas de derecha del partido AfD.

¿Un codazo a Merkel?  

Desde hace más de cien días, en cambio, la canciller alemana intenta formar gobierno. Primero probó suerte con los liberales del FDP y Los Verdes, ahora conversa con los socialdemócratas del SPD. A pesar de estar consciente de esta situación, Kurz hizo hincapié en lo feliz que está de tener un "gobierno estable". Y agregó que desea que también Alemania tenga uno "pronto".

Ambos subrayan su unidad. Sin embargo, hay muchas cosas que los separan: Merkel quiere profundizar la integración europea y está dispuesta a poner a disposición los recursos financieros necesarios. Por su parte, Kurz aboga por tomar más decisiones a nivel regional y rechaza que países ricos de la UE como Austria y Alemania compensen el "brexit" con más fondos presupuestarios. Además, el canciller austriaco sigue criticando el apoyo de Merkel a una cuota de refugiados y, a diferencia de ella, quiere levantar las sanciones contra Rusia por la anexión de Crimea.     

Sin plan, sin visión

Michaela Küfner, corresponsal de DW en Berlín.
Michaela Küfner, corresponsal de DW en Berlín. Imagen: DW

Ambos buscan estabilidad, porque saben que para formar coaliciones son necesarias complejas aritméticas. ¿Lo que les falta? Un verdadero plan, una idea a la Emmanuel Macron, para el futuro de Europa a largo plazo. El presidente francés aún espera una respuesta de Berlín a su propuesta. Por otro lado cabe preguntarse cuán motivada estará Viena de profundizar la integración europea, si los populistas de derecha cogobernarán ahí durante todo un periodo legislativo.

Según Kurz, un gobierno se mide por sus acciones. Eso es precisamente lo que Merkel quiere hacer. En palabras del canciller austriaco, al abrirse a los países de línea dura de la UE en materia de refugiados, está "tendiendo puentes". Sin embargo, con ello traiciona a Merkel, que busca que la migración sea una tarea europea común.

Es poco probable que Sebastian Kurz pueda domar al partido FPÖ. De ahí que el autonombrado "forjador de puentes" creará aún más división en Europa. El joven canciller austriaco probablemente le seguirá causando dolor de cabeza a Angela Merkel - siempre y cuando ella logre formar un gobierno "estable" en un futuro próximo.  

Michaela Küfner (VT/ERS)   

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