La pequeña localidad de Daku, en la isla fiyiana de Viti Levu, resiste al calentamiento climático: al descender las capturas de pescado y camarones tradicionalmente a cargo de los hombres, las mujeres han tomado la iniciativa y venden abanicos de palma trenzados a mano.
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La tala de manglares ha concentrado sedimentos en el río y reducido enormemente la pesca capturada. El desastre económico para la población de 400 habitantes pudo evitarse gracias a la venta de estos abanicos ornamentales.