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Duelo de vicepresidentes

12 de octubre de 2012

El debate entre los candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos dejó solo un saldo en claro: el fin de la pasividad demócrata. Fue el único debate entre Joe Biden y Paul Ryan.

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Dicen los veteranos en lides electorales estadounidenses que los debates de los vicepresidentes logran, como mucho, victorias efímeras.

Pero por muy corto que sea el respiro, el que le le propinó a los demócratas el cara a cara entre el vicepresidente Joe Biden y el republicano Paul Ryan la noche del jueves podría haber logrado al menos un objetivo: volver a poner la estrategia ofensiva en manos de los demócratas.

Un Biden "agresivo" dirigió una "pelea de puños retórica" en la que ambos candidatos "se lanzaron a la yugular" del rival, consideró "The Washington Post" en su primera valoración tras los 90 minutos de duelo en Kentucky.

Y eso era lo que necesitaba el bando de Barack Obama, recuperar algo el "terreno perdido", como llegó a ironizar el propio Ryan cuando Biden siguió interrumpiéndolo sin parar y acorralándolo retóricamente, en referencia a la pobre actuación del mandatario demócrata en su propio duelo una semana antes contra Mitt Romney.

Al menos lo suficiente para que la fórmula Obama-Biden no siga cayendo en las encuestas, como lo ha hecho en los últimos días, antes del próximo debate presidencial, el martes 16.

"Biden tenía que tranquilizar (a los demócratas), revivirlos y proyectar la suficiente energía como para ponerle freno a la narrativa de que la fórmula republicana está en alza y la demócrata por los suelos", valoró "The New York Times" en una columna.

"Es incuestionable que Biden tuvo éxito", coincidía el "Post" en otro artículo de opinión con el claro título: "Biden hizo su trabajo".

El vicepresidente "tenía una tarea simple: detener el sangrado. Animar a las tropas. Hacer sentir a todos esos demócratas que han estado luchando por la campaña de Obama que la campaña de Obama también lucha por ellos".

"Así que Biden salió en busca de pelea. E hizo todo lo que los demócratas deseaban que Obama hubiera hecho una semana atrás", consideró el rotativo.

Es decir: empezar por no dejarse acorralar y defender las políticas estrella del gobierno de Obama, especialmente la reforma sanitaria; continuar presentándose como el paladín de la clase media frente a un bando republicano de los "ricos" y acabar contraatacando mediante el aprovechamiento de meteduras de pata del rival Romney como la filtración de sus palabras despectivas respecto del "47 por ciento" de los votantes, tal como hizo Biden puntualmente el jueves.

A menos de un mes de la cita en las urnas, el 6 de noviembre, cada día cuenta, y el bando demócrata ha perdido un tiempo invaluable con la pobre actuación de Obama en su primer debate con Romney, una cita en horario estelar estadounidense y seguida por millones de espectadores, muchos de los cuales pueden decidir su voto a última hora en función de su impresión de los candidatos.

Y la que dio Obama una semana atrás fue, simple y llanamente, mala, como reconocen aunque a regañadientes los propios demócratas.

De ahí la importancia que adquirió de pronto el duelo Biden-Ryan, cuando por lo general el debate entre vicepresidentes -uno solo por campaña, frente a los tres de los candidatos a mandatario- no suele generar gran expectación.

Con su "enérgica" actuación, como la describieron incluso los más moderados, Biden parece haber logrado encarrilar algo la campaña de Obama.

Ésta vuelve a estar ahora en manos de su protagonista, quien consciente de la mala nota recibida en el primer duelo, ya ha prometido a sus decepcionados seguidores que en el próximo debate estará "un poco más activo".

Fuente: DPA

Editor: Enrique López