Diálogo Colombia-FARC: entre el escepticismo y la esperanza
19 de noviembre de 2012A puerta cerrada se llevarán a cabo las jornadas de negociación entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Abierto en Oslo hace un mes, el primer punto del diálogo ahora localizado en La Habana será el desarrollo rural.
Al respecto, "los aspectos fundamentales de nuestra Constitución, de nuestro modelo de desarrollo, no están en discusión", ha advertido el presidente Santos, “sólo están en discusión las condiciones para terminar el conflicto"
Por otro lado, de reforma agraria hablan los representantes de las FARC, el grupo guerrillero más antiguo de América Latina, ligado al narcotráfico y en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. Dada la distancia que media entre ambos –por lo menos en el discurso-, el escepticismo en cuanto a los logros de la negociación no es poco.
Escepticismo campesino
Como fuere, la paz es un anhelo del pueblo colombiano, pero “no creemos mucho que la logremos”, afirmaba, invitado a Bruselas por la Coordinación Belga para Colombia Gildardo Tuberquía, representante de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Esta comunidad de pequeños productores campesinos intenta sobrevivir, con protección internacional, al fuego cruzado entre guerrilla, paramilitares y grandes intereses económicos en la región.
“El gobierno y la guerrilla expresan sus exigencias, pero, sabiendo que esos grupos ilegales se han quedado con la tierra de los campesinos, no nos tienen en cuenta, aunque hemos puesto los muertos”, decía Fredy Rodríguez, representante de familias campesinas desplazadas.
En todo caso, a pocos minutos de inaugurada la ronda de negociación, las FARC anunciaron un alto el fuego unilateral, que durará del 20 de noviembre al 30 de enero.
Despojo y desplazamiento
El primer punto de la agenda es, al parecer, el escollo mayor, y genera gran expectativa. Millones son los desplazados que esperan la restitución de sus tierras. Al respecto, invitado a Bruselas por Amnistía Internacional, David Alirio Uribe, representante de los desplazados en Colombia, djio que “el proceso de paz debe responder a las causas del despojo masivo en Colombia, al conflicto social provocado por una alta concentración de la tierra”.
En su opinión, es errado el enfoque del gobierno de Bogotá: “que el desplazamiento se debió a que las familias, en el cruce del fuego, se vieron obligadas a abandonar sus tierras es sólo una parte de la verdad. Esas tierras no sólo fueron abandonadas, sino despojadas por actores económicos con intereses en la región. Y no es fenómeno del pasado: en 2011 se contabilizaron 280 mil nuevos desplazamientos”. Según David Uribe, las propuestas del movimiento campesino que aglutina comunidades indígenas y de afrodescendientes deben ser atendidas.
Más de dos actores en la búsqueda de la paz
“Será un proceso largo y difícil”, dijo a DW el europarlamentario Jürgen Klute. “Si se han matado y torturado por 60 años, no es fácil volver a tener confianza; con todo, las experiencias de otros procesos de paz como el Sudáfrica y el de Irlanda del Norte demuestran que es posible y podrían servir de guía".
Para Klute, del bloque de la izquierda en la eurocámara, si se trata de un verdadero proceso de paz es fundamental que se involucre a todos los implicados: tanto a las organizaciones de la sociedad civil, víctima del conflicto, como a los actores armados: ejército, paramilitares, las FARC y el ELN.
En su opinión, para garantizar la credibilidad y el equilibrio del proceso, cabría pensar en la posibilidad de que moderadores externos llevaran el diálogo. Además, “¿cómo quieren hacer un proceso de paz para toda la sociedad colombiana si sólo dos de los actores del conflicto se sientan a la mesa?”, afirma Klute y concluye: “Puedo entender que se diga que lo importante es empezar, pero hay que ampliarlo. Todo proyecto empieza con el primer paso y la primera mano extendida pero hay que tener una estrategia para involucrar a todos. Si queda un solo grupo en armas, ¿qué se habrá ganado?”
Autora: Mirra Banchón
Editora: Cristina Papaleo