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Elecciones regionales en Alemania

28 de marzo de 2011

El resultado electoral en Baden Wurtemberg y en Renania-Palatinado debilita sensiblemente al Gobierno de Angela Merkel, que no puede seguir como si no hubiese pasado nada, opina Peter Stützle.

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Un presidente de mesa dijo, poco antes de las elecciones en los Estados federados de Baden-Wurtemberg y Renania-Palatinado, que nunca había visto algo semejante: varios votantes, que ya habían enviado su boleta por vía postal, le habían confesado que, si pudieran, ahora votarían de otro modo. Esta historia demuestra que hubo un tema que, a último momento, influyó sobre estas elecciones en Alemania, y es el debate sobre la energía nuclear como consecuencia del grave accidente en la central atómica japonesa de Fukushima.

Para la canciller alemana, Angela Merkel, en el resultado electoral, desastroso para su coalición, sin embargo hay todavía una luz de esperanza. Si logra dar un giro creíble en política energética, renunciar a la energía atómica y apostar por las energías renovables, podría salir sana y salva de las turbulencias por las que está pasando debido al resultado de estas elecciones.

En la noche del 27 de marzo, los responsables de los partidos políticos gobernantes intentaron pasarles la pelota a la oposición, del Partido Socialdemócrata (SPD) y de Los Verdes, diciendo que tenían que establecer las condiciones necesarias para un uso más amplio de las energías renovables en los Estados en los que gobiernan. Es decir, construir centrales de almacenamiento de energía, dar vía libre a nuevas redes de electricidad, y cosas similares.

Este tipo de sutilezas son las que permiten reconocer el significado de estas elecciones, que fueron, como bien lo constató el jefe del Partido Socialdemócrata, un plebiscito contra la energía atómica. Quienes dentro del Gobierno hayan esperado que la anunciada revisión de las centrales nucleares se realizara para que luego todo siga igual deberán enterrar para siempre esa esperanza.

Desde luego que este giro en política energética no será aceptado sin objeción por los partidos gobernantes. Angela Merkel deberá prepararse para fuertes discusiones internas. Al menos logró, hasta ahora, que sus compañeros de la Unión Cristianodemócrata (CDU) la respalden, incluso en decisiones sobre cambios clave, como lo fue la suspensión del servicio militar obligatorio. Y en la CDU no se perfila nadie que tome posición en contra de la canciller con la firme intención de imponérsele.

Lo mismo sucede con los liberales, cosa que podría salvarle el pellejo a Guido Westerwelle, ministro alemán del Exterior y jefe del Partido Demócrata Liberal (FDP). A sus sucesores potenciales, el secretario general del FDP, Christian Lindner, o el ministro federal de Salud, Phillip Rösler, se los considera demasiado jóvenes todavía como para tomar el timón del partido en medio de la crisis. El ministro de economía, Rainer Brüderle, mayor y con más experiencia, teme por su permanencia en el cargo, ya que el FDP que él preside en Renania-Palatinado ya no forma parte del parlamento de ese Estado como consecuencia de las elecciones. Además, una afirmación que se le adjudica y que fue desmentida a medias podría ser, entre otras cosas, culpable de la debacle: que las recientes decisiones del Gobierno de Angela Merkel en cuanto a energía atómica se debieron sólo a la proximidad de los comicios regionales.

Autor: Peter Stützle

Editor: Pablo Kummetz