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Pero ese ecosistema de altiplano está amenazado: campesinos y ganaderos queman la vegetación original para crear pastos y cultivos. Los jardines botánicos de Berlín y Bogotá colaboran en el estudio de los musgos y hierbas autóctonos, que absorben como esponjas enormes cantidades de agua y revierten ésta al sistema fluvial. Si estas plantas continúan siendo víctimas de la quema incontrolada, peligra el abastecimiento de agua de millones de personas.