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Decantando posiciones

10 de octubre de 2002

Mientras el Congreso estadounidense se prepara para votar sobre la carta blanca que pide el presidente Bush para actuar contra Irak, el Consejo de Seguridad sigue sin lograr consenso en torno a una nueva resolución.

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Hans Blix, jefe de los inspectores de armamento, desea claridad.Imagen: AP

Los preparativos de guerra estadounidenses siguen adelante, a pesar de que las críticas internas no son pocas y de que recién se inicia el debate sobre qué efectos podría tener a posteriori una guerra contra Irak. La postura del gobierno alemán, tajantemente contraria a la intervención militar contra Bagdad, no se basa en una convicción pacifista en sí, sino justamente en la apreciación de que semejante paso podría tener consecuencias imprevisibles en toda la región.

Un punto para Washington

En el seno del Consejo de Seguridad de la ONU tampoco se está discutiendo el fondo del asunto. El tira y afloja que tiene lugar allí se refiere básicamente a la resolución que, según todo indica, será necesario aprobar para que los inspectores de armamento puedan reanudar su labor en Irak. En este punto, Estados Unidos evidentemente ha logrado imponer su punto de vista. Hans Blix y su equipo no viajarán sin que estén del todo claras las condiciones en que habrán de hacer su trabajo y todos los aspectos que abarcará. A estas alturas, los expertos no desean sorpresas, lo cual resulta más que comprensible. Y también los rusos están abandonando su negativa inicial a emitir una nueva resolución.

La principal divergencia continúa radicando, sin embargo, en cuán dura ha de ser dicha resolución. Francia intenta terciar con una nueva propuesta, de tono más enérgico, que el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell interpreta como un acercamiento a la postura de Washington. No obstante, a juzgar por lo que indican círculos diplomáticos de Nueva York, París sigue optando por dar primero a Bagdad la oportunidad de demostrar, con hechos, su voluntad de colaborar con las inspecciones de la ONU. De no cumplir las condiciones, aún habrá oportunidad de amenazar con el uso de la fuerza militar.

Las advertencias de la CIA

Esta postura es a todas luces la más coherente, si lo que se pretende realmente es forzar el desarme efectivo de Bagdad. Washington, en cambio, parece querer a toda costa un enfrentamiento, aunque Powell intente convencer de que Estados Unidos desistiría de derribar al régimen de Saddam Hussein si éste renuncia a sus arsenales. Eso implicaría, sin embargo, darle la opción de poner sus cartas al descubierto y no amenazar de entrada con acabarlo, para abortar los planes que podría estar fraguando.

Es más: en opinión de la propia CIA, es poco probable que Bagdad pretenda lanzar ataques contra Estados Unidos u otros países en la actualidad. Sin embargo, los servicios secretos advierten que un Saddam Hussein acorralado -o militarmente asediado- podría recurrir a la violencia si no ve otra salida. Eso tiene su lógica: si de todos modos la sentencia en su contra está dictada, no tendría motivo para cooperar con la ONU; si su cabeza ha de rodar, quizá elija derrumbarse con el mayor estrépito posible. ¿Y qué ocurrirá después? Washington sigue debiendo una respuesta.