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Internet más seguro: domesticar a los monstruos digitales

9 de febrero de 2021

Las empresas de Internet intentan atraer la atención de los usuarios sin miramientos. Las consecuencias: división, polarización, odio. Un "Día de Internet más seguro" no es suficiente, estima Matthias von Hein.

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Symbolbild I BigTech I Social Media
Imagen: Ozan Kose/AFP/Getty Images

¿Quién no conoce lo siguiente? Uno quiere echar solo un vistazo a la cronología de las redes sociales y cuando aparta los ojos enrojecidos de la pantalla, ya ha pasado otra hora o incluso más. Las plataformas de Internet son devoradoras de tiempo, y ese es precisamente su objetivo. Gracias a nuestro tiempo y atención, las empresas de Silicon Valley ascendieron a la liga de las compañías más valiosas del mundo. La captura de nuestras masas de datos es una herramienta indispensable para ellas.

La competencia en la economía de la captura de atención es dura. Nuestras sociedades, cada vez más divididas, sufren los daños colaterales: están llenas de rabia, polarizadas, deprimidas, desinformadas y abiertas a políticos seductores de todo tipo. Cuando se trata de ofrecer algo al usuario, las inteligencias artificiales en las supercomputadoras solo prestan atención a un aspecto: ¿Qué es cautivador? ¿Qué contribuye al compromiso? ¿Qué puede atarlo a la plataforma? La respuesta: lo que produzca más emocionalidad. ¿Y qué sentimientos son los más fáciles de despertar? Los miedos. ¿Y cuál está estrechamente relacionado con el miedo?: la rabia.

Matthias von Hein, redactor de DW
Matthias von Hein, redactor de DW

"Odio por dinero"

Cualquiera que se pregunte por qué hay gente parloteando sobre estelas químicas o insinuando que Bill Gates quiere controlar a la humanidad a través de chips implantados con vacunas, encontrará aquí, al menos, parte de la respuesta. Cuando los algoritmos recomiendan contenido nuevo, no les importa en absoluto si son veraces ni tampoco lo que puedan desencadenar en los usuarios. Lo único que importa es que el usuario permanezca en la página web. Para monetizar nuestra atención, tienden a intensificarse los contenidos más extremos en una especie de espiral descendente alimentada tecnológicamente. Quizás la algo aburrida "voz de la cordura" pase inadvertida. Los activistas han encontrado la fórmula "Odio por dinero” para denominar este modelo de negocio. Es exitoso incluso si solo una de cada cien personas es susceptible a las teorías conspirativas: Facebook tiene más de dos mil millones de usuarios en todo el mundo, YouTube casi dos mil millones.

Las redes sociales, como distribuidores centrales de información, controlan cada vez más cómo vemos y cómo entendemos el mundo. Y mientras, por un lado, el contenido extremo y sin revisar es catapultado desde los márgenes hacia el interior de las sociedades, por otro lado, desaparece cada vez más la información seleccionada y verificada de los medios establecidos tras las barreras de pago. La democracia vive de ciudadanos informados con una base común para dialogar. Es fácil imaginar hacia dónde se dirige una sociedad de personas desinformadas incapaces de encontrar un idioma común.

Bajo la presión pública, Facebook, Google y compañía están ahora mejorando un poco y están contratando a algunos estudiantes para eliminar reactivamente los casos más extremos, pero no es suficiente. Por un lado, porque los gigantes de las redes sociales operan a nivel mundial y en cientos de idiomas, pero los controles de contenido solo se llevan a cabo en unos pocos idiomas occidentales. Un ejemplo en el que incluso Facebook admitió su error fue la expulsión de los rohingya de Birmania en 2017. Esta red social se había convertido en un lugar de discurso de odio e incitación a la violencia. Por eso, un investigador de la ONU en 2018 describió a Facebook como un "monstruo". En la sede de la empresa en Menlo Park, California, difícilmente sabrán mucho más sobre el contenido en otros idiomas asiáticos y africanos que sobre el birmano en 2017. Lo mismo se puede aplicar a YouTube y otros competidores.

Regular de la misma manera que se regula el suministro de electricidad o agua

Sobre todo, el enfoque reactivo no es suficiente siempre y cuando el éxito empresarial se base en querer anclarnos a la plataforma online durante el mayor tiempo posible, apelando a nuestros instintos más bajos y sin tener en cuenta las consecuencias. Los servicios de Internet desempeñan entre tanto un papel tan central en nuestras sociedades que deben ser regulados de la misma forma que el suministro de agua o electricidad. Para la salud en general es importante tratar el agua potable, antes de que fluya por las tuberías, en lugar de instalar filtros en todos los hogares, lo que saldría muy caro.

Las redes sociales deben tratarse con al menos el mismo esmero. No se trata de "censurar" el contenido. Se habría ganado mucho si no se hubiera promocionado solo el contenido más extremo, y aún más si lo que se ofreciera como prioridad fuese lo que nos beneficiara como individuos y como sociedad. Por ejemplo, otorgando licencias que estipulen que las personas son más importantes que las ganancias. Nuestra atención es un recurso demasiado importante para dejarlo sin regular en manos de empresas. Gracias por su atención.

(rmr/ers)