Cómo se sobrevive al calor extremo en Matam
La región senegalesa de Matam es considerada actualmente una de las zonas más calurosas del planeta. Y la falta de agua agudiza el ya difícil abastecimiento de los nómadas fulani.
Refrescándose en la mezquita
De la fresca mezquita al sol: las personas que viven en la ciudad senegalesa de Matam, capital de una región musulmana del noreste del país, viven su día a día bajo la constante presencia del calor. Con temperaturas que rondan los 48 grados Celsius a la sombra y más de 50 al sol, la región es el lugar más caluroso del planeta desde abril de este año.
Afuera solo para la oración
El calor extremo supone un enorme riesgo para las personas con problemas cardiovasculares y respiratorios, especialmente si son mayores, como Doiubayrou Dianka, de 82 años. Durante el día, el anciano escapa del sol y del calor refugiándose en su dormitorio, del que sale solo ocasionalmente para ir a la mezquita.
Oscuro y sin embargo caluroso
Pero incluso dentro de los edificios se hace imposible escapar de las altas temperaturas, porque en esta ciudad no se pueden usar ventiladores ni mucho menos aire acondicionado. ¿La razón? No hay energía eléctrica. Quien crea que de noche puede escapar del agobio caluroso se equivoca: a esa hora la temperatura desciende a 35 grados Celsius.
En busca de agua
El calor extremo golpea con especial dureza a las zonas más remotas de la región de Matam. Los pastores nómadas fulani solían guiar sus rebaños a través de la seca estepa del Sahel hasta los pocos puntos de agua que quedaban disponibles. Los fulani, también conocidos regionalmente como fulbe, fula o peul, son hoy sedentarios, pero a menudo carecen de un suministro seguro de agua.
Animales sedientos, temperaturas insoportables
El calor extremo duplica la necesidad de agua para los animales. Una oveja en Matam que suele beber 2,5 litros de agua al día, aumenta el consumo a hasta 5 litros en época de altísimas temperaturas. El agua potable es un bien valioso en una región que recibe lluvias solo unos pocos meses al año.
Con las últimas fuerzas
La de por sí exigente tarea de buscar agua en la región se está tornando cada vez más difícil. Para mantenerse a sí mismos y a los rebaños, los pastores están obligados a ir varias veces al día, y cada vez más lejos, para abastecerse. Ya sea a pie o en burro, a veces hay que recorrer hasta 20 kilómetros de ida (y 20 de vuelta) para dar con el vital elemento.
Pozos de agua en lugar de tuberías
Tras los meses de lluvia, los lagos y ríos naturales se secan a partir de noviembre. En algún momento, la única alternativa para encontrar algo de agua en las regiones remotas es cavando pozos en los antiguos cauces de los ríos. De esto se deriva que, en verano, el agua limpia sea un bien absolutamente escaso.
Lo principal es el agua
Ante la falta de opciones, muchos fulanis no tienen más remedio que abastecerse de agua, a menudo sucia, de los pozos de ganado. El proyecto Gran Muralla Verde de Senegal, que pretende proteger a los países del Sahel de una mayor desertificación con una amplia franja de árboles, no ha mostrado efectos positivos en la región de Matam. (dz/rr)