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Cómo la guerra frenó la "ruta del hummus" en Sudamérica

Matheus Gouvea de Andrade
13 de diciembre de 2023

Los turistas israelíes acudían hasta hace poco en masa a Pisac, una pequeña ciudad de Perú para pasar sus vacaciones y disfrutar de la espiritualidad psicodélica.

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Cartel en hebreo en el Cusco.
Cartel en hebreo en el Cusco.Imagen: Matheus Andrade

En los últimos meses, no era el quechua lo que llamaba la atención de los turistas en la plaza principal de Pisac, sino el hebreo. La pequeña ciudad, a unos 30 minutos de Cuzco, se ha convertido en punto de encuentro de miles de jóvenes israelíes que buscan lugares remotos a los que viajar en lo que se conoce como la "ruta del hummus". En los últimos años, Sudamérica se ha hecho cada vez más popular entre estos turistas, que a menudo pasan meses recorriendo la región en busca de belleza natural y tranquilidad. Un panorama que se ha visto gravemente afectado por la guerra entre Israely Hamásdesde octubre.

En el caso de Pisac, la asociación hebrea de la ciudad, que también gestionaba un restaurante con comida típica local, está cerrada. Según los responsables del local, este año, en lugar de continuar su viaje hacia Chile y Argentina, lo que es normal para quienes pasan por la pequeña localidad peruana, el 90 por ciento de los mochileros israelíes regresó a su país en cuanto comenzó el conflicto. Más de 200 reservistas abandonaron Perú, regresando al país en guerra en los primeros días tras los ataques de Hamás, clasificada como organización terrorista por Alemania, la Unión Europea, Estados Unidos y otros países. 

Según Chaim Noy, profesor y especialista en turismo y cultura mochilera de la Facultad de Comunicación de la Universidad Bar Ilan, la mayoría de los jóvenes viajeros israelíes que salieron del país para pasar meses en Sudamérica lo hacen tras cumplir el servicio militar obligatorio, en lo que comúnmente se conoce como "el gran viaje" o "el viaje después del ejército".

"Para muchos, es una oportunidad de tomar cierta distancia de su sociedad de origen, sobre todo después de un intenso servicio militar, y de buscar aventuras y culturas lejanas", afirma. Según el profesor, las investigaciones sugieren que unos 40.000 adultos jóvenes se van de mochileros cada año, y alrededor de una cuarta parte de ellos o más, a destinos de Sudamérica.

El restaurante de la asociación hebrea en Pisac, Perú.
El restaurante de la asociación hebrea en Pisac, Perú.Imagen: Matheus Andrade

La web Muchiler está considerada la gran guía online para los israelíes que viajan a América Latina. Hasta antes de la guerra, los posts en sus redes sociales mostraban paisajes paradisíacos y consejos para la región. Desde los ataques de octubre, el contenido está dominado por el conflicto. Los responsables dijeron a DW que, además de los que han regresado a Israel, muchos interesados han pospuesto sus viajes, y que en este momento solo hay alrededor del 15 por ciento del número normal de ciudadanos del país viajando a América Latina.

Conexión con América Latina

Los mochileros israelíes en Sudamérica buscan básicamente aventuras de senderismo y naturaleza, señala Noy. "Algunos de ellos tienen padres o abuelos que emigraron de países sudamericanos y centroamericanos y, en este sentido, para algunos puede ser en parte un viaje en busca de las raíces familiares, cuando el idioma que se habla en el continente puede resultar familiar en casa", añade.

Los viajeros buscan múltiples destinos, algunos de ellos comunes y conocidos en cuanto a atractivos turísticos mundiales, como Cusco, los carnavales de Brasil y México y el desierto de sal de salar de Uyuni, en Bolivia, según el experto.

En Brasil, un destino remoto se ha ganado la atención de los viajeros israelíes: Morro de São Paulo. El balneario, que forma parte del municipio de Cairu, en Bahía, recibe hasta 5.000 israelíes durante los veranos. El lugar cuenta con sinagogas y concurridas ceremonias judías, y también es sede de fiestas frecuentadas por jóvenes.

Marcos dos Santos es el propietario de la Pousada Morro do Sampa, que se convirtió en una referencia en la acogida de israelíes hace más de diez años. El empresario aprendió hebreo y se acercó mucho a la cultura de sus principales huéspedes, que constituyen alrededor del 90 por ciento de su público.

Impacto en los negocios

En lugares como Pisac y Morro do São Paulo, los comerciantes temen los efectos de la guerra en sus negocios. "Las consecuencias de la guerra para el turismo son graves. Los viajes y el turismo receptor y emisor tardarán muchos meses en recuperarse. Esto también se aplica a los mochileros israelíes", dice Noy.

"Este año, Israel estará a la zaga. Nadie va a dejar el ejército", dice Santos, sobre todo después de una serie de conversaciones con amigos que ha mantenido en los últimos años. "Tengo reservas de gente que perdió familiares en la guerra, no les apetece venir", se lamenta.

(gg/ers)