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Comisión de Derechos Humanos: credibilidad a prueba

Joachim Schubert/Nina Werkhäuser14 de marzo de 2005

La inquietud por el cuestionamiento de principios básicos, como el rechazo a la tortura, y por sus propios problemas estructurales, marcaron el inicio de las sesiones de la Comisión de DD.HH. de la ONU.

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Indonesios protestan contra la violación de derechos humanos en el mundo.Imagen: AP

La Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que inició su período anual de sesiones en Ginebra, no es una asamblea de idealistas sino de Estados, que intentan resguardar sus propios intereses. Entre sus miembros se cuentan muchos países en lo que también se atropellan dichos derechos fundamentales, como Sudán, Zimbabue, China, Rusia o Cuba., lo cual complica aún más el panorama. Porque en los últimos años tales países han comenzado a protegerse recíprocamente de condenas en este foro. Resoluciones sobre lo que ocurre en Chechenia o con los disidente chinos no tienen posibilidades reales de salir airosas.

Necesidad de reforma

Por esta razón, Kenet Roth, director de la organización Human Rights Watch, sostiene que el actual período de sesiones pondrá a prueba la credibilidad de la entidad. También Tom Koenigs, comisionado de Derechos Humanos del gobierno alemán, considera que es imprescindible una reforma. El director general de la ONU, Kofi Annan, tienen conciencia de esta necesidad y ya se está elaborando un proyecto, cuya idea central consiste en otorgar voz y voto en la Comisión a los 191 miembros de Naciones Unidas.

El gobierno germano federal respalda esa iniciativa por varias razones. En primer lugar, de ese modo se podría fin a los acuerdos tácticos de los grupos regionales y, en segundo, acabarían las permanentes discusiones sobre la justificación de la presencia de determinados países en el organismo, pese a su deplorable balance en materia de derechos humanos.

La lucha contra el terrorismo

Alemania no presentará este año resoluciones propias, pero respalda las iniciativas en fomento de la tolerancia religiosa y contra la práctica de las "desapariciones". Igualmente abogará por el derecho al agua y los derechos de los pueblo aborígenes. Tom Koenigs, por su parte, espera que se logren avances para resguardar el respeto de los derechos humanos en el marco de la lucha contra el terrorismo.

En este contexto, el papel de Estados Unidos está sujeto a una mirada cada vez más crítica de las organizaciones defensoras de los derechos fundamentales. "No quiero hacer como si el gobierno estadounidense fuera el mayor violador de derechos humanos del mundo", afirma Keneth Roth, pero aclara que sí es "el más influyente". Para el director de Human Rights Watch, "el uso sistemático de la tortura y el maltrato siente un precedente negativo, que socava los estándares internacionales."