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14 de junio de 2002
Según las encuestas sólo el 22 por ciento de la población espera que gane la coalición entre socialdemócratas y verdes, que gobierna desde 1998.
Donde más aprieta el zapato es en la situación económica. Los partidos de la coalición gobernante, socialdemócratas y verdes no han logrado curar al país del escaso crecimiento económico y el alto desempleo. Para colmo hay conflictos laborales en sectores claves, como el metalúrgico, al que pertenece la industria automotriz. Las negociaciones salariales del sindicato IG Metal, son modelo a seguir por los sindicatos de otros sectores.
El canciller socialdemócrata Gerhard Schröder arrebató a conservadores el centro político del país en 1998, con una promesa: reducir el desempleo. Incluso afirmó que el éxito o fracaso de su gestión se mediría por los resultados en este campo. La cifra sigue rozando los cuatro millones de personas, según las estadísticas del pasado mes de mayo. El gobierno, que esperaba una recuperación a principios de año, argumenta que el repunte económico aún no se refleja en el mercado laboral.
La derecha avanza
La oposición conservadora no se cansa de poner el dedo en la llaga. Aunque muchos alemanes consideran que la situación económica sobrepasa la capacidad de acción del ejecutivo, en el momento de votar, muchos coquetean con el cambio.
Durante los últimos meses, según las encuestas, los partidos conservadores demócrata- cristianos y social –cristianos, han gozado del favor de los electores. Su candidato común, el patriarca bávaro Edmund Stoiber, promete trasladar a nivel federal el permanente éxito económico del Estado de Baviera que gobierna desde 1994.
Sin embargo, Stoiber no tiene el afecto de los Estados orientales de Alemania, más azotados por la lógica del mercado y los más desprotegidos desde la reunificación alemana. Los ciudadanos de los cinco 'nuevos' estados federados, no simpatizan con el carácter implacable en el terreno económico que se le atribuye al sexagenario Zar de Baviera.
Méritos en la política exterior
Analistas consideran que a pesar de las dificultades en lo económico, la fórmula de la coalición Schröder-Fischer ganará las elecciones. El Ministro del Exterior, Joschka Fischer, líder del partido verde alemán, ha tenido importantes méritos durante los cuatro años de su gestión y es sin duda uno de los políticos mas populares del país.
Fischer es el rostro de una Alemania que pugna por asumir un papel más activo en una Europa unida. El político verde defiende ardientemente el eje franco-alemán, como lo entendieron Kohl y Mitterrand: una Europa federal que incluya a los países del antiguo bloque del Este, teniendo como centro de gravitación la fuerza motriz de Francia y Alemania.
También comprende la importancia de representar los intereses de Rusia en Europa, y su concepto de "una Europa de dos velocidades", -una mayor integración en el núcleo de los quince, acompasado con la ampliación hacia el Este- le ha ganado reconocimiento internacional.
Los verdes dejaron de ser pacifistas
El partido de los verdes que ganó peso en los años ochenta durante el movimiento contra el rearme de la OTAN, replanteó su postura primero tras la guerra en Kosovo y luego se vió entre la espada y la pared con la ofensiva militar contra Afganistán.
A los verdes se les acusa de oportunismo, por haber abandonado sus ideales a cambio de permanecer en el gobierno. Sin embargo el partido ha logrado algunos de sus viejos ideales, como el abandono de la energía nuclear –algo que se hará paulatinamente, hasta el cierre de la última planta nuclear en el año 2022.
Respecto a la revisión de sus postulados pacifistas, el líder de los verdes sostiene que hay situaciones, como la de Kosovo, ó la de Afganistán -como antes lo fue la guerra contra la Alemania Nazi-, en que el recurrir a la fuerza militar está plenamente justificado.