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Comentario: Lula, una decisión pragmática

Johannes Beck30 de octubre de 2006

Pese a los escándalos, y a algunas fallas en su gobierno, los brasileños reeligieron a Lula Da Silva como presidente. Johannes Beck comenta las razones del electorado de Brasil para tomar esta decisión.

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La decisión del electorado brasileño, tema de este cometario.

Sobornos a diputados, financiamiento ilegal de campañas electorales, partidas secretas en los fondos del partido. Tales escándalos fueron la marca del primero gobierno del presidente brasileño, Lula Da Silva. Por ello es que resulta sorprendente su victoria electoral por un margen tan claro.

Sin embargo, el triunfo puede explicarse de manera sencilla. La mayoría de los brasileños dan por sentado que todos los partidos y todos los políticos son corruptos, en una medida u otra. Así, acaban votando por aquel que les proporcione mejoras sustantivas en sus condiciones de vida.

Aciertos cruciales

Conforme se acercaba el final de la campaña, el PT y Lula consiguieron proyectar cada vez mejor los logros de su gobierno. En este esfuerzo destacaron los programas de asistencia social como el llamado Bolsa Família. Millones de familias, sobre todo en el noreste del país, por primera vez sacaron provecho regular de este ingreso mínimo por parte del Estado.

Precisamente allí, Lula tuvo una victoria aplastante de 77 por ciento, incluyendo a ciudades como Bahia, que durante décadas han estado dominadas por el conservadurismo político. Fue la clase media local la que se alejó de él, harta de los escándalos.

Otra razón para el claro triunfo de Lula radicó en el comportamiento profesional del PT durante la campaña. Antes de la primera vuelta electoral, Lula evadió con arrogancia todos los debates televisados. No cometió el mismo error dos veces. Para la segunda vuelta, acudió a todos, e hizo frente a su más cercano perseguidor, Geraldo Alckmin. Además, no hubo más escándalos. Esto constituyó una diferencia con la primera ronda, en la cual el PT adquirió de manera ilegal algunas informaciones para atacar a la oposición.

Con esos enemigos...

Por el contrario, la campaña de Geraldo Alckmin, que contendió representando a una coalición liberal-conservadora entre el PSDB y el PFL, en ningún momento resultó convincente. Los electores que quisieron saber a qué se comprometía Alckmin obtenían como respuesta una serie de ambigüedades; apenas una semana y media antes de las elecciones, este candidato presentó lo que sería su programa de gobierno.

Con todo y eso, Alckmin nunca pudo competir con Lula, sobre todo en lo que respecta a la política económica. Prometió más inversiones y menos impuestos, pero despertó dudas en muchos brasileños sobre la posibilidad real de llevar a cabo tal combinación. Con su estilo descolorido, Alckmin no resultó competencia para el carismático Lula. Mientras éste, originario de una familia en condiciones de pobreza, se desenvolvía igualmente bien con obreros y con banqueros, Alckmin aparecía ante los ojos de muchos ciudadanos humildes como un enviado del enclave financiero de Sao Paulo.

Cuando Alckmin hizo referencia a algunos puntos débiles del gobierno de Lula -por ejemplo, el cuidado de las selvas tropicales- ya era demasiado tarde. No lo quedó de otra más que intentar poner en el centro de la discusión, una y otra vez, los escándalos gubernamentales de los últimos años.

Mientras que Alckmin hizo de su campaña una especie de cruzada ético-moral, algunos de sus compañeros de coalición predicaron con otro ejemplo. Luego de la primera vuelta, Alckmin se alió con el ex gobernador de Rio de Janeiro, Anthony Garotinho. Pero era bien conocido que éste había financiado su propia campaña de manera ilegal, con fondos públicos. Este tipo de asociaciones restó credibilidad a un candidato que proponía limpiar la política.

El mismo Lula se acercó, durante su campaña, a personajes que no tenían un historial precisamente pulcro. Eso lo llevó a mantener alianzas, aún en contra de su propio partido. Destaca el caso de Roseana Sarney, la candidata que el domingo perdió la gubernatura de Maranhao. Ella es miembro del clan Sarney, que durante décadas ha controlado ese estado.

Algo para todos

Me parece que la elección de los brasileños obedeció, primero que nada, a una decisión pragmática. El endiosamiento original a Lula se perdió porque hubo demasiados escándalos. Pero Lula es el que les ofreció la política más confiable: a los pobres los ha dotado de un ingreso mínimo; a los banqueros, tasas de interés altas. Así fue como los brasileños, a pesar de todo, le otorgaron la reelección.