Colombia: “El carbón expulsará a los indígenas de sus tierras”
18 de noviembre de 2008El perfil ecológico de la canciller alemana, Angela Merkel, tiene tres grandes talones de Aquiles. El primero es la todopoderosa industria automovilística, a la que tiende por naturaleza económica a hacer concesiones. El segundo es el de la energía nuclear, que trata de presentar como alternativa “limpia”, pero cuyos residuos le ocasionan problemas desde la época en que era ministra de Medio Ambiente. El tercero es el carbón.
“Asesinas medioambientales” llaman los ecologistas a las centrales de carbón: mientras Alemania siga apostando por ellas, el objetivo de reducir las emisiones contaminantes quedará muy lejos. Pese a ser promotor ante sus colegas europeos de este fin climático, el Gobierno alemán no se plantea prescindir de la piedra negra. La estrategia se llama “fomento de la independencia energética”, de un país energéticamente dependiente, o “control de los precios de la electricidad”.
“Tenemos la esperanza de que el interés que está despertando el cambio climático se pueda invertir en la protección no sólo del medio ambiente, sino también de los derechos humanos de colectividades tan importantes como son los pueblos indígenas y las comunidades campesinas”, dice Judith Maldonado, colombiana y directora del Colectivo de Abogados Luis Carlos Pérez.
El 10% del carbón que importa Alemania procede de Colombia, donde la expansión minera está arrinconando a los indígenas, acabando con sus posibilidades de supervivencia, cuando no lo hace con su vida. Las centrales de carbón no son sólo un problema ecológico o económico, sino también humanitario.
Recorriendo Europa
Maldonado lleva días recorriendo Europa. La acompañan Juan Carlos Quintero, de la Asociación Campesina del Catatumbo, una región situada en el noreste de Colombia, y Ashcayra Arabadora, representante de la Asociación de Comunidades Motilón Bari, el pueblo originario de la zona.
El Catatumbo es “tierra sin ley” para los paramilitares, denuncian. Por su riqueza petrolera llevan décadas exterminando a indígenas y campesinos, que residen y cultivan sobre ricas tierras, aseguran. Ahora, los yacimientos de carbón, que tras la frontera venezolana ya se están explotando y que diversas empresas mineras ya se reparten, amenazan con desencadenar otra masacre, han contado en el Parlamento Europeo, en Italia y en Alemania.
“Colombia ofrece oportunidades de negocio interesantes en el campo de la sanidad, las técnicas de seguridad, la explotación minera, los bienes de consumo, los productos agrarios, la infraestructura y los transportes”, escribe la Cámara de Comercio Germano-Colombiana. “Explotación minera” aparece en negrita.
Carbón barato, carbón caro
Tres centrales de carbón se encuentran ahora mismo en construcción en la costa alemana del Mar del Norte, y otra planta en la ciudad de Mannheim está siendo ampliada. Según el ministro de Medio Ambiente alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, “Alemania necesita, aparte de las que se están edificando, de 10 a 12 centrales de carbón más”.
Sólo las subvenciones mantienen con vida al carbón alemán. Traída desde Colombia, esta materia prima es mucho más barata, lo que pronostica, como aventuraba la Cámara de Comercio, un rentable futuro a la minería del otro lado del Atlántico. Frente a los intereses económicos, Maldonado, Quintero y Arabadora tratan de concienciar a los europeos del coste humano de este gran negocio, y sentados en torno a los micrófonos de Deutsche Welle nos contaron por qué.
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