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Cohetes más, cohetes menos

28 de febrero de 2003

El anuncio de que Irak acatará los dictados de la ONU y procederá a desmantelar los cohetes Al Samud no ha causado mayor impresión en Washington, pero alienta los esfuerzos de los países que intentan evitar la guerra.

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Un cohete Al Samud, bajo la atenta mirada de un inspector de la ONU.Imagen: AP

La decisión iraquí de desmantelar los cohetes cuyo alcance trasciende los 150 kilómetros permitidos por la ONU, no sorprendió mayormente. Negarse a cumplir las exigencias del jefe de los inspectores de armas, Hans Blix, habría equivalido a poner en manos de Washington un motivo concreto para justificar la puesta en marcha de su maquinaria bélica. Tampoco sorprende la reacción de la administración Bush, que ha restado importancia al anuncio de Bagdad. Para el secretario de Estado norteamericano, Collin Powell, y el ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, sólo se trata de una estratagema más de Saddam Hussein para ganar tiempo y burlar los dictados de la comunidad internacional. Para el presidente Bush, la guerra no es cosa de más o menos cohetes iraquíes. Su intención, a estas alturas desembozada, es acabar con el régimen de Irak.

¿Alea jacta est?

Los más estrechos aliados de Washington en Europa, el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente del gobierno español, José María Aznar, reaccionaron a dúo, haciéndose eco de las apreciaciones de la administración Bush. Nada parece poder modificar la postura de los "dispuestos" a secundar a la Casa Blanca a como dé lugar. ¿Quiere decir que los dados están echados, haga lo que haga Saddam Hussein? A primera vista, el realismo induciría a dar una respuesta afirmativa. Sin embargo, el acatamiento de Bagdad a las demandas de Blix genera un problema en el bando de los halcones.

En primer lugar, en el Consejo de Seguridad de la ONU la correlación de fuerzas no está aún del todo definida. Si bien en los últimos días hubo indicios de que algunos miembros indecisos se inclinarían por apoyar el proyecto de resolución británico-estadounidense -dejando sentado que Irak no ha cumplido la resolución 1441 que lo insta al desarme- las últimas noticias procedentes de Bagdad alientan los esfuerzos de los países reacios a la intervención militar por inclinar la balanza a su favor.

La palanca de la opinión pública

Francia, Alemania, Rusia y también China pueden insistir ahora con propiedad en que las inspecciones son el instrumento más efectivo para conseguir el desarme de Irak. Su línea, a favor de prolongar el trabajo del equipo de Hans Blix, resulta tanto más convincente cuantos más resultados concretos puedan exhibir los especialistas en armamento.

La pugna diplomática que se libra al interior del Consejo de Seguridad va acompañada de una recia batalla por conquistar el respaldo de la opinión pública. Y esta, al menos, la tiene virtualmente ganada el bando contrario a la guerra, que no es el bando de Saddam Hussein, como a veces pretenden insinuar los que abogan por la "mano dura". Las últimas encuestas indican que ni siquiera en la propia población de Estados Unidos han calado demasiado hondo los argumentos del gobierno en cuanto a que la guerra es un imperativo de seguridad nacional. De acuerdo con un sondeo de opinión realizado por el instituto Gallup, el apoyo de los estadounidenses a una invasión de Irak se reduciría a un 33% si Bagdad desmantela los cohetes Al Samud. Puede que tampoco esto impresione a Washington, pero no se puede descartar que surta influencia en los países que aún no han tomado una decisión definitiva.