Un traje dotado de alas, elaborado con fibras artificiales de alta resistencia, hace realidad el sueño de volar. Pero no basta con ponérselo. Hacen falta valor y muchas horas de entrenamiento. Sólo entonces puede uno saltar de la cima de la montaña y planear hasta el fondo del valle, atravesando profundas gargantas, a escasa distancia del suelo. Como el deportista extremo noruego Jokke Sommer.