Cine en Núremberg: 75 formas de tratar los derechos humanos

El 20 de noviembre de 1945, entre las ruinas a las que había quedado reducida la ciudad de Núremberg, un proceso judicial único iniciaba su andadura. El banquillo de los acusados estaba ocupado por una parte de la cúpula del régimen nazi. Para ellos se hizo necesario definir una nueva tipología del delito, el genocidio.

Los juicios de Núremberg fueron más que el justo castigo a los responsables del holocausto, fueron el principio del derecho internacional, de la dignidad del hombre entendida como un valor que no conoce fronteras, del concepto de crimen contra la humanidad.

En un escenario con tanto valor simbólico se celebra cada dos años un festival de cine que premia a los mejores filmes dedicados a los derechos humanos.

Derechos en todas sus formas

“Perspektive, Nürnberger Filmfestival der Menschenrechte“, o lo que es lo mismo, „Perspectiva, Festival de Cine de los Derechos Humanos de Núremberg”, reza el nombre completo de este encuentro cinematográfico que comenzó el uno de octubre y finaliza el próximo día 10: más de una semana de cine monotemático, pero muy variado.

Las 75 películas que se muestran en esta ciudad del sur alemán hablan, de un modo u otro, sobre los derechos humanos. El trabajo en las minas de oro de Burkina Faso, narrado por Laurent Salgues en Sueños de polvo, el retrato de una familia normal que se rompe por un aparentemente inofensivo giro del destino, contado por el alemán Jan Bonny en su filme Enfrente, o la lucha por sobrevivir de Nemanja, un chico al que sólo 26.000 euros y una operación de corazón pueden salvarle la vida, descrita en Klopka, la trampa por Srdan Golubovic, son todas historias con un lugar en Núremberg.

Aquí el largo no cuenta. Cortos como el ruso Estado civil, dirigido por Alina Rudnitskaya, recoge trozos de vidas en el registro civil de San Petersburgo. Ni existen estilos vetados. Sammy Riley presenta un documental grabado en secreto en Myanmar, la antigua Birmania, titulado Invisible Army.

América Latina en Núremberg

Fernando E. Solanas y Luciano Zito tienen mucho que contar sobre Argentina. El primero en La dignidad de los nadies, con la que da un repaso a la clase política de su país, corrompida y vendida a los grandes consocios internacionales. El segundo, poniendo imágenes a la desgarradora historia de Alejandro, uno de los chicos que en Tocando en el silencio forman parte de la primera generación de jóvenes nacidos con el virus VIH en Argentina.

Don Plutarco, Genaro y el tío Lucio son músicos, campesinos y pobres. El violín, de Fernando Vargas, cuenta como, de la noche a la mañana, los tres se ven atrapados en el conflicto entre el Ejército y la guerrilla en México, un tema que fascina también al alemán Peter Atanassow, quien acompaña con su cámara a un grupo de combatientes colombianos del ELN y con el material recopilado ha compuesto Los guerrilleros colombianos.

Otra europea que se ocupa de América Latina es Chema Rodríguez, directora de Estrellas de la línea, una película sobre prostitutas guatemaltecas que deciden llamar la atención formando un equipo de fútbol. Su esperanza es recibir, aunque sea, una mínima porción de respeto.

Ruanda, Arash y Ken Loach

Pero la quinta edición de este festival de cine no está dedicada a la región central y sureña del continente americano, sino a Ruanda, país que ha sufrido uno de los genocidios más terribles de las últimas décadas y sobre el que se muestran en Núremberg gran cantidad de filmes.

El condecorado por su misión cumplida en esta ocasión será Ken Loach, ganador en 2006 de la Palma de Oro del festival de Cannes con su película The wind that Shakes the Barley, que recibirá un premio especial.

Y quien también ha tenido derecho a un pequeño acto de reconocimiento ha sido el iraní Arash: su película, Exile family movie, a la Meca ida y vuelta, tuvo el honor de abrir el festival.