Calma, pero no paz
7 de mayo de 2007
Las cosas salieron justo conforme a lo que se preveía. En su segundo intento, el ministro Gül tampoco logró los votos necesarios en el parlamento para poder presentarse como candidato a la presidencia de Turquía. Con ello, son los militares los que han alcanzado su primer objetivo: la amenaza indirecta de un alzamiento armado, en días pasados, no perseguía otra cosa que derribar dicha candidatura.
Alternativas electorales
En una segunda fase, los astillados partidos de izquierda y derecha se vieron obligados a unirse para ofrecer alternativas electorales viables. Con ello se pretende evitar que el Partido Justicia y Desarrollo del primer ministro Recep Tayyip Erdogan acapare, como hace cinco años, casi dos tercios de los 550 escaños parlamentarios con tan sólo una tercera parte de los votos.
La implementación de un tope mínimo de votos impedirá que partidos microscópicos tengan acceso al gran órgano legislativo y queden ahí marginados, sin capacidad alguna para establecer compromisos democráticos interpartidistas.
Los conservadores fundan el "Partido Democrático"
El sábado pasado, los dos principales partidos conservadores se unieron bajo la rúbrica "Partido Democrático". Parece ser, desde cualquier punto de vista, un paso en la dirección correcta. La pregunta es si los socialdemócratas y otros partidos del izquierdismo pueden superar sus diferencias y emprender una acción similar.
Todo este panorama tiene poco que ver con la democracia. Sin las declaraciones de los generales y la ulterior decisión del Tribunal Constitucional, Gül hubiera sido ungido como el undécimo presidente de Turquía.
El que, por otra parte, cientos de miles de personas protestaran contra Gül y también contra la posibilidad de un golpe militar, simbolizan la esperanza de la población en una democracia funcional que no debiera quedar bajo supervisión del ejército.
La amenaza militar
Entre tanto, las especulaciones y los rumores campean por todas partes. El sábado circuló la versión de que los militares amenazarían por segunda vez con alzarse en armas en caso de que se produjera una nueva votación parlamentaria, y de que ésta conformara a Gül como candidato.
El primer ministro Erdogan reaccionó de inmediato y declaró su intención de pedir la renuncia a la cúpula militar en dicho caso, para lo cual está facultado. Así, la renuncia de Gül distensa la situación. Pero la paz interna pende de hilos cada vez más delgados. En lo que respecta a la futura elección directa del presidente de Turquía por parte del electorado, Erdogan y su frente religioso-conservador parece jugar con fuego: está enfocada a establecer un sistema presidencialista.
La estructura estatal, erigida hace 84 años bajo la base de una democracia parlamentaria, tendría que sufrir cambios sustanciales para poder funcionar bajo dicho marco normativo. Y para llegar a ese punto, antes tendría que transitar por un camino largo y lleno de obstáculos.