Espacios cerrados siguen siendo principales focos de covid
30 de marzo de 2021En la actualidad se sabe que el COVID-19 se propaga más fácilmente en interiores, y algunos expertos afirman que el riesgo de respirar partículas infectadas por el virus es 20 veces mayor en espacios cerrados, especialmente en donde hay mala ventilación.
Las denominadas partículas de aerosol, que son más pequeñas y ligeras que las gotas respiratorias, permanecen en la atmósfera durante mucho más tiempo, lo que convierte los espacios interiores en un entorno de alto riesgo potencial cuando alguien no sabe que tiene COVID-19 y lo está propagando involuntariamente.
Por este motivo, la ventilación constante y el control permanente de los niveles de CO2 son dos de las claves para evitar la transmisión en recintos cerrados, ya que el aire fresco diluye las partículas infectadas.
Medir la concentración de CO2
Un gran problema que presenta la hipótesis es que no hay manera de verlo; no tenemos un aparato que pueda mostrar estas partículas. No obstante, podemos medir la calidad del aire y la concentración de CO2 con un medidor. Cuanto mayor sea la concentración de CO2, que se exhala al respirar, peor será la ventilación de la habitación. Una simple medición nos permite saber si la habitación está cargada de aire exhalado por otras personas o si está bien ventilada, lo que reduce drásticamente el riesgo de infección.
Relación entre el CO2 y el aire respirado
El aire que respiramos en el exterior contiene una media de 412 partes por millón (ppm) de CO2. Si observamos esta cifra en un medidor, el aire no ha sido exhalado por nadie.
Por su parte, en sitios cerrados, incluso en un restaurante aparentemente espacioso y de techos altos, la cifra se dispara a veces hasta los 2.000 ppm, señal de que la sala tiene una mala ventilación y podría suponer un riesgo de infección por COVID-19.
Es una de las razones por la que expertos abogan por el uso de monitores de CO2 baratos como medida aproximada de si la ventilación es adecuada o no. Cuando se exhalan aerosoles portadores de virus, también se exhala CO2. Y cuando la ventilación es deficiente, el CO2 se acumula junto con el virus, dice a la revista Nature José Luis Jiménez, químico atmosférico de la Universidad de Colorado en Boulder.
En un análisis no revisado, Jiménez y su coautor, Zhe Peng, descubrieron que el riesgo de infección por el SARS-CoV-2 aumenta junto con las concentraciones de CO2 en el interior. Los científicos sugieren que, en general, 700 ppm sería un límite mejor, y que deberían aplicarse límites más bajos a los gimnasios y otros lugares donde la gente expulsa mayores volúmenes de aire.
Taiwán, Noruega y Portugal tienen leyes que limitan el CO2 en interiores a 1.000 ppm. Y, según reporta la revista científica, estudios realizados en California y Madrid han mostrado que los niveles de CO2 en las aulas de los colegios superan con frecuencia este nivel.
No obstante, no todos están de acuerdo en que los monitores de CO2 sean la solución. "No hay ninguna correlación entre el CO2 y el virus", afirmó Christian Kähler, físico que estudia la producción y la dinámica de los aerosoles en la Universidad de las Fuerzas Armadas Federales de Múnich (Alemania). Esto puede dar a la gente una falsa sensación de seguridad cuando los niveles de CO2 son bajos, aseguró a Nature.
No está claro cuál es la mejor manera de mejorar la ventilación
Parte de la dificultad de establecer objetivos de ventilación es que no está claro qué cantidad de ventilación es necesaria para reducir las tasas de infección a un nivel aceptable.
Abrir las ventanas es el método más sencillo que sugieren las autoridades sanitarias para mejorar la ventilación. Si embargo, según Kähler, una ventana abierta, aunque es mejor que no hacer nada, rara vez intercambia suficiente aire entre el ambiente interior y el exterior, especialmente si no hay una brisa cruzada.
Así, para expertos, un método mejor es ventilar mecánicamente un espacio. De este modo, se extrae el aire exterior libre de virus y se elimina el aire interior contaminado. No obstante, pocos edificios, especialmente en climas más suaves como el de Alemania, tienen sistemas lo suficientemente potentes como para utilizar el 100 % del aire exterior. La mayoría de las oficinas y aulas de todo el mundo reciben sólo un 20 % de aire exterior.
Por otra parte, hay quienes se preocupan también por los costes medioambientales del uso masivo de ventilación mecánica. Por este motivo, consideran que la mejor solución sigue siendo limitar el número de personas y frenar los comportamientos de riesgo.
A medida que las vacunas se van extendiendo y el riesgo de infección disminuye, la ventana de oportunidad para solucionar la mala calidad del aire interior se va cerrando, por lo que investigadores afirman que una mayor atención a la ventilación reportará beneficios durante la próxima pandemia, e incluso cuando no haya grandes brotes de enfermedades.
FEW (Nature, El País)