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Bush: recordando la Revolución Húngara

Luna Bolívar Manaut22 de junio de 2006

Hace 50 años, tanques soviéticos tomaban Budapest. Hungría desafiaba a su señora, la URSS, y ésta no iba a permitir una grieta en su bloque. Bush, en su último día de visita europea, conmemoró el levantamiento.

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Bush ante la guardia de honor húngara.Imagen: AP


Era 1956. Stalin había muerto tres años antes y Krushev comenzaba un simulacro de abrir ventanas para que al conjunto de las "democracias reales" llegara algo de aire fresco. Sin embargo, la brisa no debía convertirse en huracán.

Amparada por la sensación de desahogo que había dejado el sillón vacante de Stalin, la sociedad húngara reclamaba más derechos: revueltas de trabajadores contra el gobierno de los trabajadores. Los proletarios pedían libertad: de prensa, de expresión, de elección de representantes… Protestas silenciadas por el Ejército Rojo.

Ungarn Volksaufstand in Budapest 1956
Revolucionarios húngaros sostienen la bandera tricolor sobre un tanque soviético, 1956.Imagen: AP

Imre Nagy, que moriría ejecutado en 1958, dirigía por aquellos entonces el Comité Central del Partido Comunista Húngaro y fue quien negoció la retirada de las tropas soviéticas. Una vez los tanques rusos estuvieron fuera de Hungría, Nagy comenzó su carrera reformista y declaró la independencia del país con respecto a Moscú, anunciando la salida de Hungría del Pacto de Varsovia y solicitando la protección de Naciones Unidas. Y en ése año de 1956, la Revolución Húngara fue aplastada sin miramientos por los guardianes del socialismo.

La ayuda que nunca llegó

En 1956, mujeres húngaras que reclamaban la atención del mundo eran detenidas a las puertas de las embajadas occidentales. Ni Naciones Unidas ni Estados Unidos, que ya había inventado métodos para burlar el bloqueo constante del Consejo de Seguridad a causa del veto soviético, acudieron en defensa de la pequeña Hungría. La distensión reinaba sobre la Guerra Fría y la economía estadounidense mostraba signos de debilitamiento a causa del incontenible gasto militar.

Muchos húngaros de los que entonces esperaron en vano la ayuda norteamericana verán hoy a George W. Bush depositando flores en memoria de las víctimas de una lucha que nadie creyó conveniente apoyar. Bush habló de la libertad, del ejemplo que las jóvenes democracias de Europa del este supone para otras regiones del mundo. Y seguramente, muchos húngaros se preguntaron a quién va dirigido realmenteel mensaje.

Imre Nagy
Imre Nagy se convirtió en la cabeza visible del reformismo húngaro.Imagen: picture-alliance/dpa

Un ejemplo para el mundo

Como ya hiciera en 1989 su padre, Bush junior halagó el proceso de democratización húngaro e hizo referencia a sus dificultades. Como parábola, una parábola muy curvada, a las complicaciones que se están viviendo en Irak. Para Bush, desde Alemania a Hungría, cualquier democratización es un ejemplo aplicable.

Y entre temas bilaterales, como los problemas con los visados, Bush aprovechó para pedir mayor apoyo por parte de Hungría a la misión en Afganistán.

Quizás piense Bush que el coraje húngaro, 50 años después de pasar desapercibido para Estados Unidos, pueda ahora servir a los intereses de ese occidente que miró para otro lado mientras los tanques rodaban sobre las calles de Budapest y las mujeres eran arrestadas frente a los edificios diplomáticos, allá por el año 1956.