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Bush de nuevo en escena, en Nueva Orleans

José Ospina Valencia16 de septiembre de 2005

Bush es un excelente hombre del espectáculo. Su show siempre tiene lugar cuando tiene que convencer a la audiencia: de su valentía en la guerra o de su diligencia en la tragedia.

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Bush en la Plaza de Jackson del barrio francés, New Orleans.Imagen: AP


Esta vez el presidente George W. Bush no bajó de los cielos para aterrizar en un portaaviones anclado frente a seguras costas estadounidenses. El escenario en esta ocasión fue escogido con el mejor de los gustos que una zona destruida como la de New Orleans pueda satisfacer. Nada de pantanos, nada de damnificados.

El fondo telegénico era la Jackson Square y su iglesia libres de charcos que con una fulgurante instalación lumínica resaltaba los sentimientos solidarios de quien se dirigía al pueblo estadounidense: el presidente Bush. El mismo al que el alcalde de la inundada ciudad instara a ponerse en movimiento para ayudar, al fin, a las víctimas en lugar de estar convocando a ruedas de prensa.

Más grande, más bonita, más alta

Desde tan irreal escenario, Washington anunció pues un gigante programa con el que se pretende no sólo reconstruir New Orleans sino hacerla "más grande, más bonita y sobre todo, a mayor altitud".

¿Busca Bush con ello limpiar su imagen del barro que dejó Katrina? La respuesta sólo la darán el tiempo y los hechos o los protocolos internos de la Casa Blanca, claro está.

¿Será verdad tanta belleza? Los teleespectadores no salen aún del asombro viendo semejante iluminación en pleno corazón del French Quarter cuando en todo el barrio aún no hay luz eléctrica. La Guardia Nacional demostró esta vez la mayor diligencia trayendo generadores desde Washington para instalarlos, exclusivamente, para la aparición en escena del presidente.

Luz para el show, tinieblas para New Orleans

Obviamente una vez terminada la función, el sector volvió a quedar a oscuras. Pero durante el tiempo que duró la transmisión televisiva escenificada por la presidencia se tuvo la impresión de que en New Orleans no había pasado nunca nada y que la tragedia provocada por el huracán era sólo un cuento inventado por los medios.

Sea como sea, el proyecto dado a conocer por Bush es el mayor programa de reconstrucción jamás visto en Estados Unidos. Un país que, según Bush "es imposible de imaginar sin Nueva Orleans". Aparte de los 60 mil millones de dólares ya prometidos, Bush pedirá al Congreso más dinero, pues "a una catástrofe impredecible, deben seguirle reacciones impredecibles". Oportuno sea acotar que la tragedia provocada por Katrina ha sido una de las catástrofes más anunciadas que hayan podido suceder.

De catástrofes anunciadas

Anunciada, luego previsible, tanto por los científicos como por las administraciones nacional y regional. Lo que, en efecto, para muchos ha sido una sorpresa, fue la indiferencia y torpeza con que se manejó el siniestro al comienzo.

Ahora, New Orleans obtendrá el dinero que le había sido recortado para la modernización de los diques. Cinco mil dólares recibirán los damnificados como ayuda "para que consigan un nuevo trabajo". Las empresas que den empleo en la Gulf Opportunity Zone, obtendrán exenciones tributarias. Y para redondear, la Casa Blanca rifará casitas entre los más pobres.

Ayudas para unos, recortes para todos

En un acto de contrición, y no sin el acostumbrado patetismo, Bush reconoció, de nuevo, la responsabilidad de su administración por los errores cometidos y preparó a la ciudadanía para probables recortes financieros en otros sectores. Justo cuando los "teleelectores" lo que estaban esperando era una rebaja de los impuestos.

Acerca de si Bush piensa recortar el multimillonario presupuesto militar para invertirlo en la reconstrucción, no obtuvimos… ni obtendremos respuesta.