La ciudad que huele a café
7 de enero de 2014El que da un paseo matutino por Bremen no necesita tener los ojos abiertos para disfrutar de la variedad del panorama. Atravesando el gran puente Weserbrücke, podrá notar un punzante aroma a cebada macerada, proveniente de la fábrica de la cerveza alemana más conocida de Alemania: Becks. Más adelante, en la parte nueva de la ciudad, le invadirá el delicioso olor del chocolate, y llegando al puerto, el aroma a copos de maíz tostados proveniente de la fábrica de Kellog's hará que su estómago comience a rugir. Pero el mejor aroma está en la frontera urbana: en los últimos metros antes de llegar a la autopista flota en el aire un intenso aroma a café que se tuesta en la cercana fábrica Jacobs.
Bremen es ciudad hanseática y estado federal al mismo tiempo. Sus habitantes se muestran muy orgullosos de ambas cualidades, a pesar de que se trate del estado más pequeño y pobre de Alemania. Más de 650.000 personas viven en Bremen y su puerto, Bremerhaven, y la cuota de desempleo es casi el doble de la media nacional.
No obstante, quien vive aquí, vive feliz. Según el Atlas de la Felicidad 2013, los habitantes de Bremen se encuentran entre los más satisfechos de Alemania, junto con los de Baja Sajonia, Hamburgo y Schleswig-Holstein.
Amor por el café
Un ejemplo de ciudadano feliz es Christian Ritschel, que llegó a la ciudad hace unos 50 años y es maestro tostador de la tradicional compañía cafetera Lloyd Caffee desde 2005. “He hecho de mi afición mi empleo”, afirma el empresario de 57 años entre sorbos a su capuccino. Con sus seis empleados, Ritschel tuesta 40 toneladas de café al año. Comparado con gigantes de la industria como Jacobs o Melitta, no es mucho. Pero para Ritschel, no se trata de la cantidad, sino de la calidad: él es muy selectivo, y solo compra café de pequeñas plantaciones.
A principios de 1960, en Bremen había más de 100 fábricas de café. A día de hoy, siguen existiendo un buen número de ellas. Una de las razones de esta gran densidad de tostadoras es la cercanía del puerto, al que llega el café a Alemania desde los países productores. Por ello, es un emplazamiento con evidentes ventajas para la creación de compañías donde se procesa el producto.
Lloyd Caffee se fundó en 1930, y es una de las fábricas activas más antiguas y tradicionales de la ciudad hanseática. En el año 2009, la compañía se trasladó al antiguo edificio de la empresa Kaffee HAG, una compañía que se hizo conocida por su café descafeinado. Fundada por Ludwig Roselius en 1906, durante los últimos 30 la empresa pasó a formar parte de un conglomerado norteamericano. A pesar de ello, el antiguo edificio de la empresa, diseñado por Roselius con un estilo expresionista en la Böttcherstraße, en el casco viejo de Bremen, sigue siendo hoy día una atracción turística de la ciudad.
Olor a café entre paredes de mármol
En su búsqueda de espacio para su empresa tostadora, a Christian Ritschel le bastó una visita al antiguo edificio de HAG para tenerlo claro: allí era donde deseaba tostar y vender café. La gran Sala de Mármol, que en 1914 Roselius la usaba con fines representativos, fue lo que más le impresionó: “Quería que allí volviera a oler a café”.
Y lo consiguió. Ahora Chistian Ritschel no solo tuesta café dentro de las paredes del antiguo edificio expresionista, sino que también organiza seminarios regulares sobre café donde trata temas como la historia del edificio, la estrategia de marketing que siguió Roselius y, por supuesto, el proceso de tueste. Se complace en llevar a sus visitantes a la Sala de Mármol para invitarles a un café. Para ello elige la “mezcla de Bremen”: una especialidad compuesta de tres cafés diferentes de Latinoamérica.
Un café con Konrad Adenauer
Por supuesto, no se trata del único sitio en Bremen donde se puede tomar un buen café. La ciudad está salpicada de pintorescas cafeterías que pueden resultar de lo más sorprendentes. Por ejemplo, “Das Amt”: una pequeña cafetería escondida en un callejón del casco antiguo de Bremen ambientada en una oficina de funcionarios públicos de los años 50. Aquí, los clientes pueden tomar un suave capuccino sentados en un escritorio, rodeados de máquinas de escribir, teléfonos antiguos y archivadores de la época. En la pared cuelga un retrato del excanciller federal Konrad Adenauer.
En Bremen, salir de cafés es tan fácil y común como salir de cervezas: los locales para ello se encuentran por todas las zonas populares de la ciudad hanseática. Y quien se pasa una tarde caminando por esas calles y probando lo que Bremen tiene que ofrecer, rápidamente entiende por qué sus habitantes son tan felices.
Autora: Kathrin Aldenhoff / lab
Editor: Enrique López