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Bochorno londinense

8 de febrero de 2003

Escándalo en Londres: el informe que el gobierno británico dio a conocer el lunes 3 de febrero sobre los programas armamentistas iraquíes resultó ser, en parte, copia del trabajo de un estudiante estadounidense.

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Un tiro que salió por la culata.Imagen: DPA

Sabido es que a veces los Estados recurren a métodos no del todo ortodoxos para obtener informaciones. A los espías, por ejemplo, se les perdona una serie de tretas mal vistas entre los ciudadanos comunes y corrientes. Son los gajes de su oficio. Lo que no resulta tan fácil de justificar es que lisa y llanamente se copien pasajes enteros de un trabajo o una tesis de un estudiante y se presenten como análisis oficiales de las andanzas de Saddam Hussein.

Un papelón

Furiosos deben estar por lo tanto en Downing Street, ya que eso fue lo que a todas luces sucedió con la documentación que el gobierno británico presentó la semana pasada, con la evidente intención de convencer a los escépticos británicos del peligro que Irak representa para el mundo. Ahora, sin embargo, documento se transforma en un peligro para el propio Tony Blair, que arriesga un escándalo de marca mayor.

De acuerdo con informaciones transmitidas por la televisión británica y recogidas también por los informativos alemanes, parte de los supuestos informes de inteligencia presentados a la Cámara de los Comunes -y posteriormente elogiados por el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell- corresponden a datos de hace más de una década, publicados hace ya tiempo.

"Hasta las faltas de ortografía"

Uno de los autores de los estudios que en algunos pasajes se han copiado textualmente es Ibrahim al-Maraschi, un investigador de Estados Unidos, de 29 años, nacido en Irak. "Primero me sentí halagado, al verme citado de ese modo", dijo a la BBC, explicando que sus descripciones de las agencias de seguridad iraquíes aparecen reproducidas en el documento británico, incluyendo "los errores de ortografía". Pero la satisfacción inicial dio paso a consideraciones más serias. Ibrahim al-Marashi tendrá en adelante mucho más cuidado al evaluar documentos de inteligencia británicos.

Por su parte, la prestigiosa publicación "Jane’s Intelligence Review" se mostró sorprendida de que el informe gubernamental británico contuviera pasajes con formulaciones idénticas a las aparecidas en la revista. La editorial explicó que se trataba de artículos publicados en 1997 y el 2002. Según un redactor de Jane’s, Chris Aaron, no hay nada objetable en que se utilicen fuentes de acceso público, pero "la copia directa de párrafos enteros arroja sombras sobre la forma en que se elaboran tales documentaciones".

Disculpas poco convincentes

En la víspera, el gobierno de Londres se había disculpado por haber utilizado datos del investigador estadounidense, sin citar la fuente. Aún así, las autoridades británicas se defienden, afirmando que el contenido es correcto y que nunca dijeron que sólo se había recurrido a material de los servicios de inteligencia.

Pero tampoco las disculpas suenan muy convincentes. Sea como fuere, Tony Blair tiene ahora más problemas que nunca para justificar su política de plena adhesión a los planes bélicos de Washington. Porque el episodio no puede ser archivado como un mero bochorno político, en circunstancias que lo que está en juego es la opción entre la guerra y la paz.