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Big Brother en Bruselas

Ingo Mannteufel22 de agosto de 2002

Los gobiernos de la Unión Europea se proponen almacenar y analizar los datos de las comunicaciones que los habitantes efectúen a través de medios electrónicos. ¿Un método sensato para combatir el terrorismo?

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Amenaza a la esfera privada.Imagen: AP

Desde el 11 de septiembre se plantea una nueva tarea prioritaria a nivel nacional e internacional: combatir el terrorismo. La ciudadanía demanda que los políticos adopten medidas para incrementar la seguridad pública. Por esta razón, muchos gobiernos han resuelto aplicar métodos como la vigilancia de las comunicaciones telefónicas o vía internet. En la actualidad, los organismos de seguridad alemanes están facultados para registrar los datos relativos a los contactos que haya tenido un individuo a través de medios electrónicos, con la condición de que la persona esté bajo sospecha y se cuente con una orden para vigilarla.

Adiós a la privacidad

Pero al asunto podría no quedar ahí, de acuerdo con el borrador de una propuesta para los países de la Unión Europea, al que tuvo acceso Statewatch, una organización defensora de los derechos cívicos, con sede en Bruselas. El documento habría de ser discutido el mes entrante en el Consejo Europeo. De acuerdo con él, se planea armonizar la vigilancia de las comunicaciones por teléfono o internet en el ámbito comunitario: todos los datos acerca de conversaciones telefónicas, faxes, envío de correos electrónicos o uso de internet habrían que almacenarse durante un año, o quizá dos. Además habría de facilitarse el acceso de los organismos de seguridad a tal información.

Sin lugar a dudas, la idea representa un vuelco en cuanto a la normativa imperante hasta ahora con respecto a la protección de los datos privados. También queda claro que el almacenamiento preventivo y sistemático de estas informaciones tiende a minar el derecho a la privacidad y la libertad de opinión. De ahí a que el usuario de internet o de teléfonos móviles se convierta en un ser sin secretos para los organismos de seguridad hay sólo un pequeño trecho.

¿El fin justifica los medios?

Cabría preguntarse si la imprescindible lucha contra el terrorismo justifica que las autoridades puedan enterarse de cuándo quién llamó o escribió un e-mail a quién, o qué página visitó en la red. Quizá podría incluso aceptarse la restricción de derechos cívicos si el medio fuera eficaz para lograr el fin de proteger mejor a la población del terrorismo.

Sin embargo, eso es poco probable. Por lo demás, hoy en día ya existen programas de computación económicos y fáciles de instalar, que permiten navegar en forma anónima por la red o codificar mensajes electrónicos. Justamente aquéllos que tengan intenciones delictivas utilizarán sin duda esos recursos. Además existe una serie de posibilidades de burlar la vigilancia. Por ejemplo, en diversos países se puede adquirir tarjetas de pre-pago para teléfonos móviles, sin que el comprador quede registrado. Se dice que los terroristas de Al-Qaeda ya las utilizan.

Tras el 11 de septiembre, el presidente estadounidense, George Bush, indicó que los atentados iban dirigidos contra "todos los hombres libres del mundo" y aseguró: "No permitiremos que el enemigo triunfe, llevándonos a cambiar nuestra forma de vida o a restringir nuestras libertades". Hablar por teléfono o navegar por internet sin estar sujeto a la vigilancia estatal es parte de esas libertades.